The Dragon II

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Caminaba a lado de su abuelo quien esa mañana despertó animado aunque sus pasos son titubeantes la duda en sus pisadas eran para Jimin una especie de mini ataque al corazón, su longevo abuelo era ya casi incapaz de moverse con rectitud, estaba encorvado con sus manos hacia atrás, caminaba sin rumbo fijo el joven esperaba poder convencerlo de dar la vuelta para ir a casa.

— Hal-abeoji, no te apetece un delicioso Bingsu — el anciano se detuvo parecía procesar las palabras sin embargo continuó caminando, su postre favorito ya no lo haría volver.

Intento de nuevo nombrando platillos que su abuelo solía probar y degustaba con placer, sin embargo sus intentos fueron en vano, no había nada que pudiera convencerlo.

— ¡Hal-abeoji!, Hal-abeoji —repitió 3 veces más, sin embargo su anciano abuelo no se detuvo— ¿Qué buscas? —le pregunto mientras lo veía estar atento al río que cruzaba.— en unos minutos anochecerá, deberíamos volver —suplico mientras agarraba y jalaba la camisa del abuelo como cuando era niño y este le pedía un dulce más.

— No —respondió en un tono fuerte— no me iré hasta que lo vuelva a ver.

— ¿Ver qué? Hal-abeoji.
— Al gran Imugi —sentenció  con una renovada fuerza en su voz, su abuelo podía llegar ha ser muy obstinado. Su mente estaba muy lejos como para distinguir los divagantes recuerdos en los que estaba atrapado.

La luna se reflejaba sobre el agua, su abuelo testarudamente se había sentado a lado del río a esperar, pero la espera fue tan cansada que terminó  profundamente dormido.  Jimin suspiro con una sonrisa cansada, lo cargó sobre su espalda escuchándose sus pisadas por el camino de tierra. No fue tan lejos cuando la luz de la luna iluminaba un cuerpo desnudo bañándose en el agua, su cabellera era tan negra sus brazos oscilaba en el agua creando pequeñas olas, mientras miraba  el cielo lo reconoció al instante, era uno de los ayudantes de su casa aquel sirviente se llamaba Jeon,  incluso mirándolo de espaldas era un hombre perfecto, le hubiera gustado quedarse allí y seguir observando pero pensó que a nadie le agradaría que lo observen mientras se toma una ducha, incluso el mismo era demasiado tímido como para ducharse al aire libre, incluso en un delirio pecaminoso quiso acercarse pero dudo de hacerlo, llevaba sobre su espalda a su abuelo, no quería que despertara y lo encontrara espiando a un hombre, así que solo continuó su camino. 

Preguntándose si sus pensamientos eran correctos, ¿Por qué de pronto se sentía enfebrecido?.

Los días tan monótonos se volvían ámenos cuando su abuelo parecía haber encontrado un nuevo amigo, Jeon aquel hombre había logrado que su abuelo se recuperará un poco de sus enfermedades parecía gustoso en obedecerle y en tomar toda opinión de él como una orden que generosamente cumplía, por sobre la palabra  de su nieto.

Jimin no se molestó por ello, sentía que aquel hombre misterioso que amaba mirar hacia el cielo, era el hombre indicado, ¿Indicado para qué?; se cuestionó. ¿Por qué su mente le abrumaba?, ¿Por qué su corazón dolía?, ¿Por qué se sentía tan confundido? pensar en él en cada momento y verlo pasear a su lado provocando una infinidad de sentimientos que parecían destruirlo, consumirlo en una ambición extraña de amar y ser amado.

No lo sabía y tenía miedo de exponer sus sentimientos, es por eso que trataba de alejarse, para calmar su acelerado corazón. La distancia parecía no ser suficiente, se ocupaba de miles  de cosas mas, el trabajo lo haría dejar de pensar, dejar de pensar en él.

— Tu abuelo quiere hablar contigo —cerró los ojos al escuchar su voz, parecía que el sonido enviaba vibraciones a su cuerpo, sintiéndose terriblemente sofocado, no giró a mirarlo, solo asintió con su cabeza, pensando que pronto lo dejaría solo, pero Jeon se acerco mas tocando sus mejillas con su mano— ¿Te sientes bien? —pregunto con su rostro cercano, sus manos aún seguían recorriendo su cara —tu rostro está caliente y rojo —fue instintivo que su cara se moviera hacia el frescor de sus manos, cuando decidió tomar coraje abrió sus ojos, para ver aquellos ojos claros centrados en observarle con una preocupación genuina. Que lleno incluso de mas ilusiones su corazón.

— No, no estoy enfermo —incluso su respiración chocaba en su piel, la cercanía provocaba un extremo espesor de sentimientos que los mortificaban. Jeon estaba tan afectado mentalmente por la presencia de su joven amo, aun cuando debería estar mirando y esperando al yeouiju  para obtener la inmortalidad hace ya mil años, él estaba observando la gema mas bella en la tierra y estaba encantado de él, era un hechizo pronto descubrió que aquel niño era aquel que pidió fervientemente el milagro de la lluvia en aquella sequía, su mano se negaba ha apartarse de su rostro, le encantaba ese tono rosa en sus mejillas y ese color ámbar de sus ojos que brillaban con sentimientos que al igual crecían dentro de él. Amor, aun es su calidad de Imugi ¿Podía enamorarse de un ser mortal?, habían pasado docenas de años centenares, pero nada podía compararse a lo que pasaba por su mente, por su corazón. Nada pretendía ser igual luego de tenerlo tan cerca, a pesar de sentirse preso de sus ojos y belleza retrocedió a continuar con sus actividades, dejando un vacío en ambos, pero a la vez abriendo una brecha pequeña de posibilidades.

 La interacción no pasó desapercibida por el anciano abuelo, quien asomado en la impaciencia de esperar, salió para ver lo que pasaba y aunque fue extraño al principio lo entendió con ver esa aura relatante entre ellos, el Imugi debía cumplir su propósito por el cual fue creado y por el cual se le concedió una oportunidad de ser un Dios celestial, mientras que su nieto debía cumplir su propósito terrenal, nada lastimaba mas su corazón como el ver un amor que jamás podrá ser, eran tan diferentes aunque sus corazones latieran sincronizados por un sentimiento real y sincero, nada bueno para ambos existiría si ellos se aferraban. Son tan inalcanzables el uno con el otro, tanto como el cielo lo es para  el mar.

Observó la mano de su nieto extendiéndose para detenerlo y el cómo esta se volvió un puño tembloroso, dejó de observar y se sentó sobre el suelo mirando la taza humeante de té.

Él sabía que aquel honorable hombre estaba en su casa, el lo reconoció y aceptó guardar el secreto de su real y magnífica existencia.

Los pasos acercándose de Jimin lo hizo tomar la taza para beber con disimulo.

 — Hal-abeoji, ¿me has solicitado?   —su voz incluso sonaba temblorosa, quizá no era el momento indicado, pero la lucidez de su mente actual no duraría por mucho y esta exigencia era la correcta.

 — Si, Jimin siéntate a mi lado  —le invito, este arreglo su hanbok y se sentó, una sonrisa extensa no borró esa tristeza de sus ojos. Una tristeza que él no podía disolver y quizá estaba apuntó de volverla atormentada— he sentido la gracia de los dioses, y he vuelto a mirar al mundo y reconocer cada objeto,  a entender cada palabra, a distinguir una roca de un pan, pero creo que no será por mucho tiempo esta gracia, es por eso que tu anciano abuelo te pide que concedas mi ultimo deseo.  —Jimin miro a los ojos ámbar los cuales  había heredado.

— Yo también estoy agradecido, haré lo que me pidas  —expresó con  emoción en su voz, su abuelo era la persona mas importante en su vida, se sentía con un gran peso de gratitud, respeto y amor. Era el único familiar cercano que le quedaba y era consiente de lo que su avanzada edad traía consigo.

— Quiero, deseo fervoroso que encuentres una mujer a quien desposar, no quiero irme de este mundo sin dejarte en compañía de una buena mujer  —el semblante de Jimin lucia perturbado lo pudo ver en sus ojos, en la expresión de tristeza en su rostro, los sentimientos no se pueden ir, el conocía ese sentimiento lo había experimentado hace ya muchos años, pero el sabia que el  tiempo  dejaría rastros de recuerdos, que jamás olvidaría. El también había amado su corazón joven también había estado perdido por el amor de un hombre que también lo amo, pero ambos sabían que no pertenecían a ninguno, porque su naturaleza no se los permitiría jamás. Amistad era lo que había entre ellos, un amor disfrazado de amistad, se dijo.  

  — Yo aun no se....  —su abuelo lo interrumpió.

 — Jimin, no tienes que amarla, solo debes ser un buen esposo y creo que las nietas del yangban de la familia de nobles Kim, me ha ofrecido conceder el prestigio de volverte parte  de su familia.  —tomó entre sus manos las de Jimin y en apretón de súplica dijo— hazlo por mí  —sabía que lo que pedía era demasiado, sin embargo, eran promesas que debía cumplir.

  Aun con un extraño dolor en su pecho angustioso dijo acongojado.

 — Lo haré, Hal-abeoji, me casare —no existió sonrisa en ningún rostro, el abuelo Jin palmeo su espalda y se levantó dejando solo a Jimin al salir por la puerta pudo ver la espalda del Imugi, probablemente Jungkook habría escuchado la conversación.

Pero las cartas estaban echadas, nada podía cambiar lo que ya estaba escrito, ¿Ni siquiera el amor?


Mini-Kookmin-Fic^sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora