6. Cena Incómoda (1)

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Esa tarde después de salir de la Biblioteca me fui directo hacia mi departamento, esperando no encontrarme con señales de Dylan o Maizon. Entré y me tiré sobre el sofá con un fuerte resoplido. No Maizon, no ruido, no problemas. Por fin paz y tranquilidad.

La puerta se abrió de golpe—¡Kryss! ¡Kryss! ¡Kryss! —entró Maizon gritando cómo niño.

Adiós paz y tranquilidad.

—¿Quéeee? —dijo rezongona. Tomé un cojín del sofá y me lo estrellé en la cara.

—Nada. Sólo quería molestar—se tiró a mi lado con su caracterizada sonrisa de inocente—Papá quiere que cenes con nosotros hoy, dice que traerá a un invitado y debo comportarme cómo alguien... maduro—Bufó.

—Concuerdo con él, hermano—dejé caer una mano sobre su hombro.

.

.

 La magnitud del tamaño de este PenthHouse me seguía sorprendiendo. Papá tuvo que haber gastado una fortuna en él.

Me encontraba sentada a un costado de la inmensa mesa en el gigante comedor del apartamento de mi padre.

Maizon se encontraba frente a mí, al otro costado de la mesa. Papá en un extremo y su esposa Lynn en el otro. Todos esperábamos la llegada del misterioso invitado, cuya identidad mi padre ha insistido en mantenerla oculta.

Helen, la cocinera de mi padre, se encargaba de acomodar y colocar los diferentes platillos, cubiertos y utensilios sobre la mesa de caoba con un mantel de tela finísima. Miré mi celular esperando tener algún mensaje de Connor, pero no había nada.

Tomé el vaso de agua que se encontraba frente a mí, coloqué su borde sobre mi labio inferior con delicadeza y empecé a beber con sumo cuidado de no atragantarme. Hace un tiempo atrás había tenido esa horrible experiencia en un restaurante y fue una total vergüenza.

Escuchamos cómo la puerta principal se abría y unos pasos se acercaban al comedor.

Escupí el agua de mi boca y gotas de agua llegaron al rostro de Maizon.

¿Dylan?

¿Dylan es el invitado?

Por favor, alguien que me pase un arma.

Empecé a toser y luego de unos segundos logré calmarme. Maizon me tiraba una mirada divertida y chistosa; Lynn y papá me miraban confundidos.

—¿Te encuentras bien, hija? —preguntó papá, dándome un vistazo.

—Sí, perfecta—me limpié la boca con una servilleta.

—Buenas noches, Señor Ron, Señora, ¿Qué hay Maizon?...Hola Kryss—saludó entusiasmado a la vez que tomaba asiento junto a mi hermano.

—Oh, ¿Ya se conocen? —Papá recorrió su dedo índice en el aire, formando un patrón entre nosotros.

—Sí, sí. Kryss y yo éramos compañeros en el colegio y a Maizon lo conocí hace unos días—comentó Dylan con confianza. Yo aún seguía sorprendida.

—¿Compañeros? Eso es excelente. ¿Quién diría que terminarían siendo vecinos, eh? —bromeó Lynn.

—Sí, ¿Quién lo diría? —dije entre dientes, fulminándolo.  Él me dio una mirada nerviosa y trató de sonreír.

Después de unos minutos Helen ya había servido la comida y todos en la mesa comían a gusto, excepto yo. Tener a Dylan bajo el mismo techo y estar comiendo en la misma mesa me ponía nerviosa. Y el hecho de que él me mirara seguidas veces, aún más.

—Y papá...¿Cómo conociste a Dylan? —preguntó Maizon con un retazo de lechuga resbalando de su boca.

Y la verdad, yo también me preguntaba lo mismo.

—Bueno, hoy en la mañana me lo encontré en el ascensor y platicamos por unos minutos hasta llegar a la Planta Baja. Cuando salí hacia los estacionamientos a buscar mi auto para ir a la empresa, él venía corriendo detrás de mí. Al parecer mi billetera se había caído sin darme cuenta y este chico la devolvió con todo su contenido. Me pareció algo bondadoso y admirable así que lo invité a cenar hoy. Creo que si la humanidad entera fuera cómo Dylan, viviríamos en un mejor mundo. Hijo, deberías relacionarte con personas cómo él.  — señaló a Dylan con su tenedor.

Estaba jodida.

Mi padre adoraba a Dylan y quería que todos fuéramos cómo él. Mi hermano  parecía llevarse de lujo con él y Lynn no dejaba de mirarlo encantada. ¡Hasta Helen! Quién nos observaba de pie en una esquina del comedor, sonreía hacia su persona.

—¿Y a que te dedicas, Dylan? —preguntó mi padre, mientras enganchaba uno de los guisantes con su tenedor.

—Pues, soy contador y trabajaba en la fábrica de pintura Glidden en Portland. Pero renuncié para venir a New York—dijo Dylan a la vez que picaba su carne con el cuchillo.

—¿Y por qué viniste a New York? —Dylan dejó caer el cuchillo a un lado y me dio una discreta mirada.

—En busca de una nueva vida y... mejores oportunidades de trabajo—dijo, sin quitarme la mirada de encima. Tragué con dificultad.

—¿Enserio? Me parece increíble. Kryss es dueña de una Biblioteca en los alrededores de Central Park ¿No crees que sería un buen comienzo? Además ya se conocen, apuesto a que harían un buen equipo—le animó mi padre.

Estuve a punto de atragantarme otra vez con mi comida, pero no sucedió.

—Papá, estamos muy bien de personal en la Biblioteca. No creo que sea necesario tene...

—¿Qué te parece Dylan? —interrumpió.

—Pues, si no le incómoda a Kryss—me sonrió con inocencia.

Sí me incómoda, Dylan.

—Listo.  Estás contratado—anunció mi padre con una sonrisa de oreja a oreja y golpeó la mesa con su palma abierta.

¿No se suponía que era empresa?

¿Qué yo la administraba?

¿Y ahora él estaba contratando a alguien sin mi autorización?

—Papá...—comencé.

—Oh vamos, querida. ¿No crees que te haga  falta un asesor? ¿Alguien que te de una mano? ¿Un contador con experiencia?—cuestionó con entusiasmo.

Sí padre, ¿Pero tenía que ser mi ex-novio?


Por casi se me olvida que era Martes, Ups, tarde pero aquí esta. Parte uno del capítulo. La parte dos la subiré jueves. Espero les guste.

 



Él En New York.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora