Capítulo 1

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Creo que tenía trece años cuando la vi por primera vez. Fue como una alucinación. Estuvo un año completo en la escuela a donde iba, pero el año siguiente desapareció.

El collégue Jean de Brebeuf es un instituto bastante prestigioso en Canadá, solo unos pocos entran y solo aceptan dos becados por año. En fin, el instituto no es lo importante.

No fue hasta que un nuevo año empezó en el Collégue Jean de Brebeuf que volví a verla... a mis diecisiete años seguía siendo la niña más linda que había visto en toda mi vida.

Mia, así se llama la chica con la que muchos jóvenes alucinamos al momento de verla por primera vez. ¿Lo extraño? No habla con nadie, asiste a clases y toma asiento sola al final del salón, también he notado que a la hora del almuerzo lo toma al fondo del instituto en las gradas del campo de futbol.

La mayoría de los chicos perdieron su interés en ella cuando notaron lo cerrada y extraña que es, literalmente era inalcanzable para ellos, les gustaban las chicas un poco más accesible. Yo, en cambio, no dejaba de observarla nunca.

— ¿Ya vieron a la chica nueva? Por Dios, es aterradoramente extraña. —Habla Olivia en nuestra mesa, mientras abre los ojos para añadirle algo de terror a su comentario.

Todos observamos a Mia que toma algo de los mostradores con comida.

—Si no fuese tan rara, hasta podría sentarse con nosotros. —Habla Sarah, la mejor amiga de Olivia, que también toma el almuerzo con nosotros. —. La investigué y es la hija de un duque irlandés, ¿Se imaginan? Es de la realeza. —hace una mueca de sostener una corona en su cabeza, mis cejas se alzan por su gesto tan infantil. —. Pero se mudaron a Canadá porque la familia real nunca aceptó a su madre que es una simple plebeya.

—Tú también serias una plebeya a los ojos de esa familia, ¿no? —Habla Dilan, mi mejor amigo de toda la vida, y una mueca de sonrisa se forma en mis labios pero meto un trozo de zanahoria a mi boca para disimularlo.

—Al menos mi familia tiene una mejor posición que la de la madre de esa chica. —Vuelve hablar Sarah, claramente molesta.

—Es cierto. —La apoya Olivia. Dilan fija su mirada en mí y sus cejas se levantan en un gesto rápido y lleno de resignación.

Con Olivia y Sarah es imposible discutir, nunca aceptaran que no tienen la razón. Son amigas desde que tengo memoria. Sus padres son hombres poderosos, con negocios e inversiones en Canadá y Estados Unidos.

Toman el almuerzo con nosotros porque nos conocemos desde hace unos años ya sus padres organizan eventos y la familia de Dilan y mi familia son invitados especiales.

El padre de Olivia jura que seriamos una pareja perfecta ante la gran sociedad de Canadá. Tendría que estar muy loco para salir con una chica como ella.

—De la realeza o no, es muy extraña. —Habla Sarah. Metiendo un trozo de brócoli a su boca. Tomo mi morar y me levanto no puedo estar un segundo más con esas chicas.

— ¿Y me dejas aquí? —Habla Dilan, el tampoco sentía mucha simpatía hacia las dos chicas, pero como dije antes, son amigas de la familias y no podíamos ser tan groseros con ellas.


Camino al baño y tomo unos de los cubículos, cepillo mis dientes rápidamente y lavo mis manos. Cuando estoy por salir del baño, puedo ver a la chica nueva sentada en las gradas del campo de futbol completamente sola y mirando a la nada mientras mastica algo en su boca.

De acuerdo, no tenía idea de lo que hacía, pero tres minutos más tarde subía las tres gradas y me senté junto a ella a una distancia prudente. Lo más extraño que me ha pasado en mis diecisiete años de vida fue ella y este momento, el momento en el que ambos fijamos la vista el uno en el otro, el momento en el que vi como en sus iris se peleaban el color azul celeste y el gris por predominar. Observe todo su rostro, sus ojos, sus labios, esas mejillas levemente rojas, sus cejas castañas poderosamente pobladas y su cabello casi del mismo color.

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