𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝘁𝗲𝗻

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Miró su reflejo una vez más, sonriendo complacida con el resultado; vestía una camiseta de mangas largas y cuello alto, blanca; una falda negra que resaltaba sus lindas piernas gorditas, pantimedias del mismo color y zapatos con un poco de tacón.

Su cabello estaba recogido en una media coleta y su maquillaje era simple pero llamativo a la vez.

Si me rechaza, al menos no podré sentirme fea.

Sonrió una vez más, tomó su abrigo largo y procedió a salir de su cuarto y bajar las escaleras, pensando en las palabras que usaría.

Un estrépito golpe provino de cerca de sus pies, bajó la mirada encontrando a su primo pequeño, sobre su estómago mientras se removía tratando de quitar a su hermana mayor de su espalda. Ambos la miraron de arriba abajo, saludando con una sonrisa y un gesto de sus manos antes de volver a pelear.

-¡Quítate, Sofía! ¡Ahora!

-¡Oblígame, Conan!

Mejor me voy rápido antes de que me-

-¡Mariane! Que suerte que aún estás aquí -su madre apareció por detrás con su tía-. Necesito que los cuides un ratito hasta que tía y yo preparemos la cena.

¡No! ¡No, no, no! ¡¿Por qué yo?!

En ese momento deseaba mandar todo al diablo, y usar la excusa de que su familia estaba de visita y no podría ir. Pero ya no quería ocultar sus sentimientos a Finn, así que decidió que le enviaría un mensaje diciendo que llegaría un poco tarde.

Sonrió en grande mientras miraba a su tía. -Hola, tía Ophelia, ¿cómo ha estado?

-He estado bien, nena, gracias. -sonrió amable, como cada vez que venía-. ¡Hoy te ves preciosa! -sonrió agradecida-. Hannah, ¿no me estás mintiendo cuando me dices que ella no tiene novio?

Si supieras, tía Ophelia...

Hannah soltó una risita. -Claro que no miento. Ven, mejor preparemos la cena.

Las mujeres se desaparecieron por el pasillo que conducía a la cocina, mientras Mariane buscaba a sus primos con la mirada.

¿Ahora en dónde se metieron esos dos?

Suspiró mientras comenzaba a buscarlos por la casa, no quería que rompieran algo o se golpeara uno de ellos, sino la castigarían a ella por "ser una descuidada". ¡Pero la descuidada no era ella! Eran sus primos, ni que fueran sus hijos para andar cuidándoles el pañal.

𝗛 𝗲 𝗮 𝘁 𝗵 𝗲 𝗿 ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora