1

1.2K 126 118
                                    

-Siri, ¿Que hora es?-. Pregunto la rubia adormilada. Un fuerte ruido proveniente de la cocina la había despertado, por lo que tomó su celular.

-"Son las 5:30 de la mañana"-. Murmuró la asistente personal, con aquel tono de voz neutral y robotizado al que ya estaba acostumbrada. La chica bufo dejando el celular para estirarse. Hoy era su primer día de clase en una escuela "normal", si se le puede llamar así, y por eso estaba muy nerviosa.

Roseanne Park, a quien sus amigos y familia llamaba cariñosamente Rose o Rosie, había nacido prematura, por lo que, entre otras complicaciones, perdió la vista. Fue duro para los Park oír a los doctores, siendo realistas como siempre (Haciendo que a veces los odies por eso), dándole a su pequeña Roseanne no mas 3 meses de vida. Sacando fuerzas sobrehumanas ellos hicieron lo posible para que su niña viviera pagando por el mejor hospital posible.

Contra todo pronostico y para felicidad de su familia ahora cumpliría 17 años, sorprendiendo incluso al doctor más escéptico y convirtiéndose en una joven sana y normal, quitando su ceguera claro. SeokJin, el doctor encargado de monitorear a la joven recomendó a los Park inscribirla en una escuela para ciegos los primeros años de vida, gracias a eso aprendió a leer en braille, técnicas para desplazarse como memorizar los lugares a los que iba y en general a ser capaz de valerse por si misma. Ahora con casi 17 años la chica considero que ya era lo bastante capaz de moverse por una escuela común.

Término de despertarse y camino a su armario, pasando su mano por cada prenda hasta que sintió la tela algo áspera del uniforme, que era conformado por una falda gris plisada, una blusa blanca de botón y un saco azul marino decorado con el logo de la institución.

Ya lista, bajo confiada las escaleras, escuchando a su madre en la cocina. Su sentido del olfato fue invadido por el delicioso olor a tocino que para su desgracia, por los nervios, no fue capas de probar y decidió solo comer cereal con frutas.

-Hola ma-. Saludo tomando un plato y el cereal. La rubia conocía su casa de memoria, por eso podía moverse sin dificultad, rara vez se cambiaban las cosas de lugar para facilitar su tarea.

-Buenos días señorita, ¿Nerviosa?-. Pregunto divertida la mujer cuando por un momento Rose suspiro tratando de calmarse.

-Un poco-. Respondió la rubia quitándole importancia a aquel día tan especial para todos, sentándose frente a su plato y llenandolo de cereal, leche y fresas. La mujer soltó una risita y un ruido sarcástico que la chica pudo traducir como un claro "No te creo nada hija mía". -Bien... Estoy que me desmayo de los nervios-. Admitió Rose con una sonrisa contagiando a su madre. La puerta se abrió.

-Amor ya me voy, paso algo con una máquina y tengo que revisarla-. Era el señor Park, un hombre alto, con un poco de sobre peso y con pequeñas entradas en su cabello. Era el supervisor de una empresa especializada en la creación de aires acondicionados. -Buenos días hija-.

-Hola papá, ¿No vas a comer?-. Preguntó Rose mientras el hombre se acercaba dejando un beso su frente.

-Ya lo hice pequeña-.

-Que te vaya bien mi amor-. La señora Park, beso a su marido y acomodo su corbata cariñosamente como todas las mañanas.

-Igual a ti-. Respondió el con todo el amor que sentía por su esposa. A Rose le encantaba oir a sus padres decirse cuanto se amaban y "ver", vaya la ironía, a su familia feliz y unida, deseando encontrar algún día a esa persona que la ame y tener la suya propia.

-¡Puaj! No en mi presencia señores-. Bromeó Rosé. Ambos mayores rieron y se separaron.

-Bueno me voy, que tengan un buen día, en la tarde me cuentas como te fue en la escuela Rosie-. Dijo el hombre caminando hacia la puerta.

AMOR SIN PRIMERA VISTA(CHAELISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora