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Ambas chicas estaban sentadas en una de las bancas del patio, hacia un poco de frio gracias a el viento que corria. El silencio incómodo llenaba el lugar, aunque Rosé trataba de centrarse solo en el sonido del aire y algunos sonidos hechos por los alumnos. Sabía que Lisa estaba a su lado, pero esta había procurado no hacer contacto con la rubia, respetando su espacio personal y el de ella. Luego de la discusión en los pasillos, Rosé no tenía intenciones de hablarle de nuevo a esa malhumorada chica, aunque con el pasar de los minutos el silencio la desesperaba más.

Por otro lado, Lisa estaba comoda, por fin había dejado de tener que responder preguntas, que a su parecer eran estupidas. Solo se limitaba a respirar el aire fresco de la mañana y mirara el enorme patio Escolar que estaba lleno de arboles frondosos.

-¿Oye?...-. Hablo por fin la rubia. Lisa suspiro y cerro los ojos, solo oir a Rosé le causaba un estrés exagerado e inexplicable.

-¿Y ahora que quieres?-.

Rosé puso los ojos en blanco, su paciencia estaba llegando a su límite, pero de verdad quería llevarse bien con ella. Se quito sus lentes, dejando al descubierto sus hemosos ojos color avellana, su rostro volteo casi a donde estaba Lisa. Esta la miró a los ojos embobada, aunque realmente no la veían sentía que tal vez, solo tal vez, si lo hacían, puesto que miraban el vacío intensamente.

-¿Como eres?-. Dijo Rosé de la nada, sentándose de tal forma que pudiera quedar de frente a Lisa.

-¿Que como que...?-. Lisa repitió la pregunta confundida, solo volteando a verla.

-¿Que como eres? Tu sabes como soy yo pero... Bueno creo que es más que obvio que yo no se como eres-.

Lisa lo pensó por un momento. Nunca había tenido que describirse para que alguien la "viera".

-Soy igual que todos-. Contestó tratando de evadir la pregunta.

-Mentirosa, nadie es igual a otras personas. Todos tenemos algo que nos hace diferentes-.

-Pues me veo justamente como la perra que hará tu vida miserable durante todo un mes si no te ca... ¿Llas?-. Las palabras se quedaron atoradas en la boca de Lisa cuando una de las manos de Rosé tocó su brazo. La mirada de la castaña fue a parar al rostro de Rosé. No la detuvo, no porque no quisiera, sino porque se había quedado en shock ante aquel tacto inesperado, apesar de que el saco cubría su brazo podía sentir el calor de esos delgados dedos blanquecinos.

Como Lisa no se negó, Rosé subio la longitud de su brazo, la respiración de la castaña se corto cuando la rubia tocó su cuello, ya sin ninguna tela que interfiriera entre sus pieles, la calidez de la rubia se unió a la frialdad de la piel de la castaña.

-Estas fria-. Susurro Rosé, ahora colocando su otra mano sobre aquel cuello. Lisa paso saliva pesadamente, lo cual no pasó desapercibido por la rubia al tener sus manos quietas en ese sitio, haciéndola sonreír.

"Mierda, esa sonrisa".

-Juraría que cuando estas nerviosa te vez tierna-. Su mano llegó al borde de la mandíbula de Lisa, solo entonces la castaña reaccionó y apuntó de lograr su cometido y tocar completamente su rostro, Lisa tomó aquellas muñecas delgaduchas y las apretó, alejandolas rápidamente de ella.

-¡¿Que mierda estas haciendo?!-. Levanto la voz enojada, su rostro se lleno de enojo, duda y un poco de confusión.

Rose dio un brinco del susto, el grito de la chica llegó como cuchillo a sus oídos.

-Ya te dige... Quiero saber como eres-. Sus mejillas se tiñeron de rojo al decir eso sintiéndose avergonzada por un momento.

-¿Y vas por la vida tocando la cara de la gente que se topa contigo?-. Contestó fríamente. Rose ladió la cabeza con el seño fruncido.

AMOR SIN PRIMERA VISTA(CHAELISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora