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-Vaya vaya. Tenemos una nueva estudiante-. Habló el profesor Yang, un hombre mayor que impartía la materia de matemáticas. -Señorita, ¿podría pasar y presentarse a la clase-.

Con esas palabras las miradas, que no eran pocas, aumentaron el triple. ¿Como por? ¿No le basta con que lo diga desde aquí señor?, lloriqueo Rosé mientras se disponía a ponerse en pie. Aunque no podía verlos, tenía nervios de estar sola frente a todos siendo el centro de atención, por lo que jaló levemente del suéter de Lisa.

-¡¿Que? ¿Yo tambien?!-. Se quejó la castaña en un susurró. Miró rápidamente al profesor notando la impaciencia en su rostro.

-Porfis-.

-No muerden Rosé-.

-Quiero ir contigo-.

-Y yo no quiero ir-.

-Andale, estoy nerviosa de que me vean-.

-¡Pero eres ciega, ni notaras sus miradas!-.

-¿Algún problema señoritas?-. Las interrumpió el hombre. Yang era muy comprensible con sus alumnos, pero el hecho de que su alumna más problemática estuviera implicada en esto era suficiente para alterar sus nervios.

-N-no profesor...-.

-Bien, entonces la estamos esperando señorita. ¿Puede hacerlo sola?-.

-Por supuesto-. Yang hizo un sonido afirmativo para animarla a a caminar. La rubia trago duro poniéndose en pie. Su bastón quedó frente a ella y su mano libre se sostuvo de la mesa.

-Porfavor... No me dejes sola-.

Suplico Rosé en voz baja antes de dar los primeros pasos hacia enfrente. La castaña miró como se alejaba torpemente, nada que ver a la Rosé de hace unas horas que corría y caminaba por los lugares llena de confianza y feliz. O no, era una Rosé tímida, disimulando su 1.70 de estatura por la forma en la que se encorvo, y mordía su labio en señal de nervios solo para no llorar. En cierto punto la mano de ésta se agarró del hombro de uno de sus compañeros, asustandola un poco y al chico sacándolo de onda.

-¡Lo siento!-.

-Esta bien, no te preocupes-. Dijo el con amabilidad.

-Esperé, deje le ayudo-.

-No será necesario profesor-.

Lisa se apresuró a llegar junto a Rosé, hombro a hombro y regresaron a esa posición que tanta seguridad les daba.

-Perdón por eso-. Dijo en voz baja.

-Tranquila, ya estoy mejor-.

Contestó Rosé sonriendo genuinamente mientras le daba apretones a la mano de Lisa y caminaron hasta llegar frente a la pizarra. Lisa también se puso nerviosa, la última vez que estuvo en esa posición casi vomita, y no solo eso, si las miradas mataban, ella estaría depedazada y esparcida por toda Corea y, para su mala suerte podía verlas todas así que se vio obligada a bajar la cabeza y mirar el suelo, disimulando obviamente que lo hacia por miedo. Yang las escaneo de arriba a abajo sorprendido por la acción.

-Señorita Manoban, puede sentarse. Yo me encargaré ahora gracias-. Dijo amablemente. Rosé frunció el seño, aferrándose al brazo de su compañera, Lisa por su parte disimulo lo blanco que se volvió uno de sus puños al cerrarlos fuertemente dentro del bolsillo del abrigo y se limitó a seguir observando el suelo.

-No-.

-¿Disculpa?-.

-Eh dicho que no me movere de aquí-.

AMOR SIN PRIMERA VISTA(CHAELISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora