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— CAPÍTULO 2: PALABRAS INEXISTENTES.

— CAPÍTULO 2: PALABRAS INEXISTENTES

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—____ Iwasaki—

—Te odio.

—Mentira, me amas— contestó Keigo con una sonrisa socarrona.

Estábamos de camino al colegio hablando sobre lo que pasó ayer, más en concreto, el porqué me había abandonado.

—¿Crees que te amaría por dejarme literalmente a solas con Usagiyama?— repliqué subiendo el tono de mi volumen por cada palabra para hacer notar mi enojo.

—Bueno... Pero te fue bien, ¿no?— lo miré regañadiente y suspiré.

—Sí, me fue bien, pero la verdad ni yo sé el cómo.

—¿Quizás...? ¿El poder del amor?— expresó "risueño" él mientras hacía poses ridículas—. Ay Rumi-chan, cásate conmigo, tengamos 50 conejitos y hagamos que Keigo sea el padrino. ¡Acepto ___-chan! ¡Casémonos!-— dijo "imitándonos" mientras se daba la vuelta para simular besos.

—Eres un idiota— comenté poniendo los ojos en blanco riendo.

—¿Casémonos? ¿Alguien se va a casar?— preguntó una voz que reconocí al instante haciendo que por el susto de pensar que ella había podido escuchar la conversación, empujé a Keigo tirándolo cerca de un bote de basura.

Keigo cayó directo a la basura apenas pudiéndose salvar gracias a sus plumas, Rumi se asustó dando un pequeño saltito y cuando reaccioné puse mis manos en mi boca inconscientemente por el susto. Keigo se paró como si nada y varias personas que pasaron por nuestro lado se empezaron a reír por lo bajo.

Keigo hizo como si nada y siguió caminando y yo no pude aguantar más la risa, lo seguí riéndome de él mientras me disculpaba repetidas veces.

—¡P-Perdón!— me disculpaba con el poco aire que me quedaba por reír tanto.

—Cállate— respondió tajante mientras caminaba más rápido.

Lo iba a seguir hasta que recordé que Rumi había estado con nosotros literalmente hace relativamente poco, cuando me giré pude verla caminar hacia nuestra dirección con la mirada un poco baja, pero cuando alzó la vista nuestras miradas conectaron y por fin pude saludarla decentemente. Moví mi mano de un lado a otro creando un vaivén en señal de saludo, me acerqué a ella para hacerlo mejor.

—¡Buenos días! Disculpa por lo de hace rato— expresé riendo avergonzada.

—No hay problema, ver a Keigo así... Fue gracioso— respondió tapándose levemente la boca, aunque así pude ver una pequeña risa por su parte.

—¿Vamos?— pregunté sonriéndole mientras extendía mi mano hacia ella.

Ella por unos segundos miró confundida mi mano, haciendo que me dé cuenta lo que estaba insinuado, a lo mejor era demasiado pronto... Pero también quería que sepa que no estaba siendo "amable" de la forma que piensa. Dudosa tomó mi mano, no lo esperaba, pero me hizo feliz.

𝗜𝗻𝘃𝗲𝗻𝗰𝗶𝗯𝗹𝗲 | Rumi UsagiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora