Cap 18

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- Estás despierta, bien.

Él la sujetó de las manos.

- ¿Porqué desperté en otro lugar, mi Lord? - preguntó Kagome.

- Te llevarán lejos, verás... Eres una dama que esconde secretos.

Kagome se asustó, pensó que la habían descubierto, que era una sirena. Ella sabía que los mortales no tenían conocimiento extenso sobre su raza.

- ¿Qué hice, porqué me llevarán?

Seshomaru se acercó a su cuello y lo notó, el aroma de su miedo.

- La gema que tienes es rara, te delató, ¿Porqué tienes un encantamiento tan raro como maldición? - le preguntó el elfo mientras se recostaba sobre ella.

- No lo sé - respondió Kagome, su temor era sobre si se iba lejos del castillo y perdía su posición, no sabría que hacer, estaría perdida, lejos de su amor, moriría de seguro con la distancia, menos lograría su cometido. Sus nervios le jugaban una mala pasada. Comenzó a lagrimear.

- ¿Qué sucede? - preguntó su amo. Ni siquiera había comenzado a tocarla, pero le molestaba demasiado los gimoteos de las mujeres en general.

- No lo entiendo, no hice nada malo. - susurró Kagome soltándose y tapando su rostro. La advertencia de la bruja había llegado tarde.

Seshomaru era impaciente pero suspiró profundo y observó a la joven. No despertaría ningún sentimiento repentino por nadie y menos de manera milagrosa a último momento.

- Dime...

Kagome paró de llorar para escuchar su voz.

-... Dime que me amas y que me necesitas, ruega por ello, que no quieres irte, quiero escucharlo... Y quizá evite que te vayas. - le dijo Seshomaru estirando las manos de Kagome. Sujetó por la mentón de la chica y la miro a los ojos.

El príncipe estaba actuando como un infante malcriado.

- Yo...

En la cabeza de Kagome no entraba ese concepto, de decir que amaba de la nada pero se desesperó. Sus ojos ámbar parecían inmensos y sintió en su corazón lo que había dicho la bruja. Ellos solo servían para ser utilizados... Era morir o  hacer eso.

- Yo lo amo Lord Sesshomaru, le ruego que me deje estar a su lado, lo amo, lo deseo, no me deje, se lo ruego... Lo amo y lo amo, no quiero dejarlo. -le dijo Kagome tratando de liberarse.

Pero él no la soltó, es más, se abalanzó sobre ella como si lo estuviera poseyendo una fuerza animal, la besó a los labios con fuerza y la sujetó de la cintura. Era como si se embriagara con su olor, ¿Era el hechizo de la bruja que tenía efecto sobre el príncipe o eran sus ganas de tener vulnerable a una chica cualquiera? ¿Deseaba sentirse importante ante ella o ella deseaba tenerlo para ganarse más energía vital? Igual no importaba mucho ya ahora.

Seshomaru la sujetó mientras la penetraba firmemente, no cedió ningún instante, le había molestado muchísimo que Kouga hubiera despertado interés en poseerla.

Ella se retorcía de placer, cada pequeño golpe le daba más y más energía pero también la volvía más y más caliente. Apenas respiraba en sus sueños pero ahora esa falta de aire le parecía placentero, las uñas de su amo se clavaban en su espalda, y le parecía una señal de gusto hacia ella, cada vez más se empapaba en su energía vital y su amo se dejaba ir en cada movimiento de cadera, parecía que no se cansaba en lo más mínimo, hacía tanto que no disfrutaba una presa así.

Se volvió loco un instante, ¿Acaso una chica enclenque le estaba ganando? Gimió de placer mientras se adentraba una y otra vez en ella, la mordió en el cuello repetidas ocasiones, se levantó y sujetó las piernas de la joven sobre sus hombros mientras ella se retorcía, por golpes se hicieron más suaves y constantes, hasta que no aguantó más. Su voz se quedó ronca y había acabado, había sido muy frenético pero ambos lo habían disfrutado. De repente la chica le parecía la mejor adquisición que había hecho en el reino y por supuesto, Kagome se sentía llena de vida de nuevo.

Trago saliva y se sentó, se tapó su cuerpo con una sábana y lo observó. Tantas veces había sido poseída por Lord Sesshomaru pero ahora lo veía bastante a gusto y cansado. Se movió hacia el para besarlo y sintió como su semilla se derramó de su interior. 

- Bésame - ordenó Kagome, y efectivamente estaban besándose para repetirlo nuevamente. 

Le había dado una orden, sí, a su propio amo, él sería de provecho ahora.

(*)

Respirando como loco, había sido tentado a entrar en la habitación y detener tal acto de pasión desenfrenada pero... Él era humano, no podía evitar ser un asqueroso pervertido en el interior, Bankotsu era fiel a su amo, fiel a que se mantendría de guardia en la puerta, pero no podía evitar escuchar esa voz tan fina y tan suave que gemía a gritos, esa chica que su amo le prometió una vez en bromas que sería suya. Se arrepintió de no haberlo tomado en serio, su amo también era un sucio pervertido.

Esa chica debía ser una mujer succubo para hacer gemir de tal modo a un señor acostumbrado a poseer mujeres de todos los sabores.

No pudo evitar imaginar la escena, sumergido en lo caliente del asunto, Bankotsu se había encontrado con una sirvienta y la habría empotrado por una pared. Sin dejar su guardia, la besó y gustosa, la joven dama levantó rápidamente su falda. El éxtasis fue casi al mismo tiempo que su señor en la otra habitación, eso había sido una locura. La sirvienta se estremecía con cada empuje, Bankotsu la dejó ir solo cuando estuvo satisfecho, la obligó a beber su simiente y a limpiarlo con la lengua. Sin embargo él también se retorcía, claro que era un inmenso placer, aunque era en cierto modo una perturbadora lealtad.

Se quedó dormido en la puerta y la sirvienta huyó después de tanta pasión.




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