Cap 21

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Con una impresionante sonrisa, ella se había adueñado de la atención del príncipe. Sus talentos mágicos y sus habilidades para hablar la habían vuelto una dama muy divertida y llamativa a los ojos de los nobles.

Seguía siendo una don nadie pero una don nadie que ejercía el trabajo de sacerdotisa de un templo mágico. Los nobles practicantes de magia sabían muy bien que aquellos que eran sus iguales eran los mismos que podían practicar hechizos. Por ello la respetaban. La señorita Kikyo, además de ser hermosa e inteligente, también era atractiva para la cultura del reino donde estaban instalados actualmente. El cabello negro, aunque común en reinos completamente humanos, aquí era señal de exclusividad, status alto y nobleza. El duque Kouga, el duque de Arachnia, Naraku, ellos eran respetados por sus cargos y sus largas cabelleras negras.

Así también trataban de que sus damas o algunos de sus colegas tuvieran el mismo cabello negro o al menos un castaño. El mismo príncipe Inuyasha era igual que ellos.

Pero su carácter amable era lo que lo diferenciaba de los demás. Él no discriminada entre humanos, elfos u otra cosa rara. A sus ojos, todos podían ser igual de talentosos.

Kikyo sabía que debía aprovechar esa bondad para entablar una amistad pero... Era difícil con su amo custodiando a cada rato sus momentos libres.

- Debo volver a ejercer mis deberes.

- Exiges demasiado y no gano nada con eso. - respondió Naraku mirando unos papeles, sentado tomando un café en un tazo de tamaño grande. En el exterior, era un hombre burlón y sonriente, con mirada escalofriante.

- Si no lo hago, mi magia se escapa, debo respetar a los dioses. Usted me llevo de allí como premio, por haberlos cuidado de esa catástrofe...

- Y estamos agradecidos, pero ¿Acaso tienes otra necesidad o algo asi? Deberías estar agradecida con estar entre mis damas de compañía.

- No se ve bien si una sacerdotisa deja de serlo, por estar en compañía suya, señor Naraku. - Respondió Kikyo con firmeza.

-... De acuerdo, hay un templo en en palacio, búscalo y sirve allí, en rutinas..

- Debe ser un templo lunar. - Dijo Kikyo sonriente, había logrado convencer a su señor.

- De acuerdo... Averígualo, donde hay uno e informa sobre tus rutinas entonces, después veremos tus "poderes".

- Debe ser muy exhausto dar regalos a una mujer don nadie como yo.

Naraku solto sus papeles sobre la mesa.

- Para nada, ser caritativo es una de mis facetas.

La muchacha miró de pies a cabeza.

-Estoy segura que sí.

- ... Deja de hacer planes. Lo que sea que estés pensando, no lo pienses. Me perteneces, estas en mi cuidado, no te sobrepases.

Kikyo borro su sonrisa de inmediato.

- Esta mañana el príncipe de cabello obscuro nos regalo a unas damas y a mi, unas flores encantadas...

- ¿Y qué con eso?

- También es un alma caritativa y amable ese señor, adivine, ¿A quién le dio la flor más hermosa?

- ...

- Me la dio a mi. ¿Cree que debo pensar que lo que usted hace o lo que el príncipe hace es simple gratitud?

- Eres una tonta. - respondió Naraku levantándose de su asiento. Camino hacia la ventana y movió las cortinas repentinamente el ambiente cambió a un sentido de tensión.

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