(17.) Ñ, DE ÑAÑARAS.😱

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"Ñañaras: un miedo que especialmente se presenta con escalofríos."_(jasminpucca)

Cuando Garu se casó con Pucca, aceptó estar con ella con sus excentricidades tan características. Pues al fin y al cabo no le molestaban, ya que se había acostumbrado a ellas con el tiempo.

Sobre todo, porque las conocía muy bien, desde que se conocieron años atrás a los 8 y 10 años. Acostumbrado a sus enojos y rabietas propias de ella, junto a sus alegrías, risas, sueños e ilusiones.

Y es verdad, el mismo Garu admitía que le faltaban algunas cuantas cosas que conocer de Pucca. Pero las iba descubriendo poco a poco, aunque algunas lo enloquecían como antaño.

Como, por ejemplo, la manía que su esposa tenía de guardar como recuerdo cada detalle de ellos. O que cuando despertaba lo tiraba de la cama, para sólo después reír a carcajadas muy divertida.

También otra de las manías que le molestaban, era que ella fuera muy desorganizada en sus cosas. Que obvio él tenía que acomodar, para que después su amada Pucca volviera a desacomodar.

Haciendo que otra vez lo acomode en su lugar, molestándolo una y otra vez al ser tan organizado. Pero la que más le fastidiaba y preocupaba a la vez, era que ella no se peinaba con delicadeza.

Ya que está bien, él admitía que su mujer tenía un hermoso pelo lacio, largo, sedoso y azabache. Que, aunque no lo admitiera, le gustaba acariciar siempre que podía, pero también le molestaba.

Debido a que se enredaba bastante por las mañanas, dejando a Pucca hecha una leona al asecho. Ya que era entonces, cuando ella tenía que luchar con su hermoso cabello para poder aplacarlo.

Peinándolo una y otra vez, arrancándose de paso uno que otro cabello negro de su melena. Haciendo que Garu se llegara a exasperar todos los días, debido a que él la tenía que peinar.

Quitándole brusco el peine rojo que usa, para jalarla suavemente a la cama que comparten. Sentando a Pucca en la cómoda cama despacio, para después proceder a peinarla con delicadeza.

Deslizando suave sus manos, mostrando en su cara un ceño fruncido por el cómo trataba su pelo. Esperando que no se quedara pelona, pues era un milagro que no lo hubiera estropeado ya.

Más, sin embargo, de todas las cosas que Garu había visto de su Pucca y las que le faltaban por ver. Jamás se esperó ver lo que vio hoy en la mañana, cuando se encontraba meditando en total calma.

Sentado Garu en la yerba fresca del bosque de bambú, a unos metros cerca de su sencilla casa. Para tenerla vigilada por si sucedía algo, oyendo todo su entorno para conseguir su paz ansiada.

Mezclándose con el ambiente con concentración, empezando a desconectarse de todo lo demás. Para ser uno con todo lo que está a su alrededor, cerrando los ojos al empezar a sentir calma.

Por lo menos, hasta que Garu escuchó como de la nada su esposa gritaba temerosa desde su casa. Saliendo de su completa concentración, para levantarse él preocupado por lo que estaba pasando.

–¡AAAAAAAAHHHHHHHHH!

Corriendo hacia su casa, entrando con el pavor de que Pucca no haya caído en una de sus trampas. Avanzando por su hogar sin ver a la azabache, eso hasta que llegó a la cocina de su casa.

Viendo como ella temblaba con miedo, pegándole con una tabla a la mediana mesa de la cocina. Escuchando también como gritaba, mientras el par de gatos sólo miraban a Pucca con curiosidad.

–¡MUERE! ¡MUERE! ¡MALBADA! ¡COSA MALA! ¡DESAPARECE DE AQUÍ! ¡MUERE INCEPTO!

–Ey Pucca, quieres decirme, ¿Por qué gritas así? ¿Acabo de llegar y ya quieres que me vaya?

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