EVANGELION: La desaparición de Rei Ayanami

CAPÍTULO III: Inicio de la Investigación

LA DESAPARICIÓN DE REI AYANAMI

CAPÍTULO III

INICIO DE LA INVESTIGACIÓN

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Los vicepresidentes de NERV

8 horas desde la desaparición de Rei Ayanami. Un equipo de la unidad de desaparecidos del FBI llegó a las instalaciones de Nerv. No era la primera vez que la policía se personaba en las instalaciones de la compañía. Hacía ya casi diez años que la muerte de una empleada de forma fortuita cuando regresaba del trabajo a casa y era asesinada in itinere en el parking del aparcamiento de un supermercado, había puesto el ojo de la policía en la empresa. Los medios locales se hicieron eco de la muerte de la joven y prometedora empleada. Diversas investigaciones alrededor de la empresa les llevó a descubrir que en su antigua sede en Kyoto, bajo otro nombre comercial, también había ocurrido una gran tragedia: casi veinte años atrás, la muerte accidental de la directora general del complejo, de la entonces llamada Compañía Gehirn, tras un desafortunado fallo en uno de los experimentos que se estaban realizando.

Hoy, la muerte había vuelto a salpicar Nerv. El director general, Gendoh Ikari, había fallecido recientemente de cáncer. Sin embargo, no era el motivo que había hecho llegar a los agentes del FBI. La desaparición de su mano derecha, Rei Ayanami, había causado un gran revuelo entre los trabajadores. La actual directora en funciones había tomado cartas en el asunto, denunciando su desaparición. Ritsuko Akagi era la encargada de velar por los intereses de la empresa hasta el momento en que los abogados de Gendoh, propietario y director general, determinarán quién iba a formar la nueva junta directiva. En los días previos a la desaparición de Rei, ésta se había hecho eco de varios comentarios de trabajadores que aseguraban que Rei tenía una relación de lo más estrecha con el jefe. Los investigadores del FBI se reunirían en la sala de juntas para entrevistarse con algunos de los trabajadores. Ritsuko no tardó en salir a recibirles.

− Buenos días señores, acompáñenme. Nos acomodaremos en la sala de juntas. Así estaremos apartados de la vista de los trabajadores.

− Buenos días – respondieron dos de los tres agentes, asintiendo con la cabeza.

Los tres agentes siguieron los pasos de la Doctora Ritsuko. Uno de ellos se quedó algo rezagado observando la inmensidad del complejo. Desde la pasarela acristalada por donde discurrían, un paso elevado a modo de puente que unía dos grandes naves del complejo, se podía ver la zona de investigación y desarrollo sin perder detalle de ningún proceso; pronto llegaron a la sala, cruzaron la puerta y tomaron asiento, excepto el agente más aletargado.

− Siéntese, por favor, ¿agente...? – le indicó Ritsuko a la espera de conocer su nombre.

− Katsuragi, la agente Katsuragi. Y no, gracias. Me quedaré de pie si no es inconveniente.

− De acuerdo – dijo la doctora, quien tampoco se sentó.

− Somos los agentes Benjamin Kohrs y Peter J. Whigham de la unidad de desaparecidos del FBI. Hemos venido tras su denuncia de desaparición de la señorita Rei Ayanami. Las primeras horas después de una desaparición son determinantes y nos gustaría poder resolver este caso con éxito.

− ¡Perfecto! En ese caso, ¿a quién quieren que llame para hablar? – decía la Doctora Ritsuko, al mismo tiempo que se dirigía hacia la puerta de salida de la sala de juntas.

− No, será mucho mejor comenzar con usted. Puede sentarse.

− ¿Yo? No tengo nada nuevo que contarles. Sé lo mismo que les dije por teléfono cuando hablé con sus compañeros.