El Verdadero Final de Shingeki No Kyojin.

Capitulo 3: Mikasa.

¿Donde había quedado la puerta? No importa, Eren sabía que debía hacer, debía contarle todo a Mikasa, pero sentía nervios. Contarle todo significaba contarle que... la mayor parte de todo su plan fue por ella, aunque de algún modo se imaginaba que ella ya lo sabía. Pero había algo mas. Eren debía confesarle a Mikasa lo que sentía de una vez por todas.

El joven Yeager se miró ambas manos y vio que en una sostenía un "cono de helado". Era una comida fría y rara que vendían los Marleyenses en las calles. En su otra mano sostenía un sombrero, luego se miró el cuerpo y vió que iba vestido de traje. Sabía donde se encontraba, o mas bien, donde Ymir había decidido que Eren se encontrase con Mikasa. Estaba en Marley, cuando junto con la legión de reconocimiento se infiltraron para ver las verdaderas intenciones del enemigo. ¿Donde estaba Mikasa?

Mikasa... ¿En que momento le había comenzado a gustar? ¿Fue desde siempre? ¿Fue recientemente? Eren comenzó a caminar en dirección hacía unas barras de metal que impedían una caída segura hacía el mar. Se apoyó sobre ellas y observó en dirección hacía Paradis, la isla ni siquiera se podía ver, pero de alguna manera el se sentía allí y a la vez no. Mikasa...

Desde chico siempre había sentido una necesidad de proteger a Mikasa, cuando la vio por primera vez ni lo dudó, la salvó y luego le ofreció su bufanda, aquella bufanda que le había dado su papa para protegerse del frío de aquel día. Con el tiempo, ambos crecieron juntos, Mikasa se había vuelto como una especie de familiar cercano, ya que vivía con ellos, pero Eren nunca la consideró un familiar. No, jamás pensó en ella como una hermana, hasta le llegó a fastidiar, y mucho. 

Mikasa solía meterse en todo, a donde el iba, Mikasa lo seguía y le vigilaba para que no se metiera en problemas. Eren recordó como se solía fastidiar por aquello. Mikasa solía contarle a Carla y Grisha las travesuras que hacían junto con Armin o los problemas en los que se metían. Menudo fastidio.

Eren observó las olas que chocaban contra un puerto de madera a la distancia. En algún sentido, la odiaba, no le permitía ser libre, pero... ¿Donde empezó todo? ¿Donde empezó este sentimiento? Eren sentía como se le aceleraba el corazón.

Cierto... Cuando se unieron al cuerpo de entrenamiento... Eren noto por primera vez a Mikasa de una manera distinta... Y en aquel momento era joven e ingenuo, invadido por inseguridades, quiso hacer a un lado sus sentimientos para enfocarse en matar a los titanes y vengar a su madre; por eso le ordenó a Mikasa que se cortasé el pelo. No era porque estaba demasiado largo, no era porque se le quedaría atascado en el equipo de maniobras. No... era porque era demasiada hermosa, una distracción. Eren pensó que si se lo cortaba bien corto, se volvería menos atractiva. Que mal que estaba, si algo logró eso, fue resaltar aun mas la belleza de la chica.

Lentamente Eren iba siendo capaz de ubicar en que momento comenzó a sentir algo por Mikasa, cuando esta lo defendió de los demás, al enterarse de que era un titan, fue la única en no dudar y abrazarlo, como Armin. Ese tipo de lealtad, ese tipo de... vinculo...

Sin embargo, por las noches, Eren seguía soñando con su madre, como había sido comida, como los titanes amenazaban con exterminarlo todo, con quitarle el sueño a Armin, con quitarle la libertad a Paradis. Eren debía seguir enfocado, y para esto, debía ignorar a Mikasa, debía ignorar todo aquello y enfocarse en su objetivo.

Pero luego, llegó aquel día; Eren encontró a Dina, el titan sonriente que se había comido a su madre, y fue en ese instante, tras que Dina comiera a Hanes, que Eren entendió. Mikasa le habló de una forma tan suave y amorosa, que el joven quedó perplejo, y un sentimiento de furia y grandeza surgió de él, debía morir de pie protegiendo aquello que mas quería; Mikasa.

Pero... luego vinieron los recuerdos de su padre, del buho, las charlas con Zeke, la vulnerabilidad de Historia, a quien Eren apreciaba mucho, la imposibilidad de que Paradis ganasé, la amenaza de un enemigo mucho mas armado y avanzado que ellos. Nada podría distraerlo, ni siquiera Mikasa. Si quería protegerla, debía hacerla a un lado, dejar de pensar en ella de el modo en el que pensaba.