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TN

Ya había pasado una semana desde que regresé a la sede, pero no era lo mismo de antes, ya no podía quedarme y eso el patrón lo sabía.

Uzui- entonces te vas- dijo mirando al cielo. Estábamos fuera de mi finca sentados bajo un árbol de cerezo y el viento golpeaba levemente las hojas haciendo caer los pétalos rosas.
- sí- susurré- pero les enviaré cartas cada que pueda, te lo prometo- volteé a verlo con una sonrisa y él hizo lo mismo
Uzui- las esperaré con ansias- me abrazó
Tanjiro- TN-sensei- me llamó
- qué pasa?
Tanjiro- quería darle esto- me extendió una pequeña caja de madera envuelto en un trapo amarillo- es un agradecimiento por enseñarme sobre mi aliento
- muchas gracias Tanjiro- me levanté del suelo y sacudí mi kimono- creo que ya es hora de irme- dije con un tono triste y ellos asintieron de la misma manera- espero volver a verlos
Uzui- y si...
- no- interrumpí- no van pelear contra él, no quiero perder a las personas que más quiero. Ya no hay nada que hacer- dije lo último en un susurro- adiós chicos- alcé mi mano en forma de despedida y ellos hicieron lo mismo

Fuí a despedirme de los demás pilares y del patrón para después irme de ahí a donde ahora sería mi hogar.
Estuve caminando varias horas hasta llegar a mi destino. El sol estaba por ocultarse y el cielo tenía unas tonalidades anaranjados con violetas, se veía simplemente hermoso, quería capturar ese momento ya que no volvería a salir nunca más.

Abrí la gran puerta de madera y entré sin hacer ningún ruido, subí las escaleras para entrar a mi habitación. Obviamente sabía que Muzan no era idiota como para no saber dónde estaba, por eso no quería quedarme con los pilares y el patrón, por más que quisiera no podía.
Unos pasos se escucharon detrás de la puerta, así que me quedé frente a esta. Ví la perilla siendo girada poco a poco y después empujada hasta ser abierta completamente dejándolo ver.
Se me acercó a paso lento, quedando a unos cuantos centímetros cerca de mí. Él, al ser un poco más alto que yo, tenía que alzar mi cabeza para poder verlo, pasaron unos segundos para que estuviera siendo rodeada por sus brazos.

Muzan- me tenías preocupado- me susurró al oído
- ¿Por qué? ¿No eres un ser despiadado?
Muzan- quiero cambiar por y para ti.- me abrazó más fuerte pero sin hacerme daño- fuí a la sede- confesó- y pude escuchar lo que hablabas con ese chico. Por eso quiero ser alguien digno para ti.
- tendrás que convencerme para que pueda perdonarte.
Muzan- lo haré- me dió un beso en la cabeza y se fue.

[...]

Ya había pasado un mes y al parecer lo que había dicho era verdad. Me dejaba salir, me daba comida decente e incluso él comía lo mismo que yo, hasta había dejado de cazar personas, pero las lunas sí lo hacían.

En este momento estaba fuera de la casa viendo el atardecer, tenía una flor entre mis manos viendo detenidamente sus colores hasta que sentí que alguien se sentaba a mi lado.

Muzan- ¿Qué haces?
- nada, sólo veo una flor- sonreí
Muzan- ¿Ya estás cómoda?- preguntó refiriéndose a los cambios que había hecho
- sí, a decir verdad nunca pensé que lo harías- solté una pequeña risa- ¿Y tú?
Muzan- tu felicidad es la mía- volteé a verlo y él a mí. Sus ojos tenían un gran brillo, antes no era así, los tenía apagados, como si no tuviera nada por el cual vivir, pero ahora era diferente. Estaba yo.

Nos quedamos un rato más hablando hasta que recargue mi cabeza en su hombro y él me abrazó de los hombros. Ya nadie hablaba, sólo estábamos viendo la luna y las estrellas.
Minutos después entramos para comer e ir a nuestra habitación. Los dos dormíamos separados, pero tal vez podía darle una oportunidad.

Muzan- descansa- me dió un beso en la frente y se dio la vuelta, sin embargo yo le agarré del saco.- ¿Pasa algo?
- yo... Puedo dormir contigo?- me vió sorprendido pero después sonrió
Muzan- claro- me agarró de la mano para llevarme a su habitación- descansa- nos acostamos y yo lo abracé al igual que él.

[...]

Al día siguiente Muzan me llevó de nuevo con las lunas, pues tenía un aviso importante que decirles.
Llegamos de nuevo al lugar que parecía laberinto, se escuchó el banjo y estábamos frente a los demonios.

Muzan- la razón por la cuál los llamé es por algo relacionado con Kagaya- habló y el miedo se apoderó de mí, ¿A caso piensa matarlo?- dejaremos de pelear contra ellos, de ahora en adelante no matarán a los cazadores de demonios, ¿Entendido?- todos ellos asintieron, pues no podían negarse ya que si lo hacían, él podría matarlos- eso es todo, pueden retirarse.

Habíamos estado todo el día adentro y cuando salimos era de noche así que él no tenía de qué preocuparse. Llegando a la casa fuí a nuestra habitación para darme un baño mientras que Muzan iba a su oficina para seguir investigando sobre la flor que lo haría inmortal.
Al salir del baño, me cambié de ropa u fuí con él.

- ¿Necesitas algo?- pregunté desde la puerta
Muzan- no, gracias
- todavía no sabes dónde puede estar?- negó- por lo que dijiste hoy, creo tener una idea- me vió- Shinobu puede ayudarnos. Ella es experta en antídotos, así que no te sería tan difícil
Muzan- es una buena idea pero te olvidas de algo. Douma mató a su hermana y no creo que nos ayude
- y si mejor vamos a la sede?- me acerqué
Muzan- crees que me darán una cálida bienvenida?- preguntó sarcástico
- lo dijiste hace rato, harán las pases y eso sería un paso más para la reconciliación
Muzan- eres genial- me abrazó de la cintura y yo me senté en sus piernas- te amo- susurró para después acercarse poco a poco con tal de besarme, así que yo lo agarré de la corbata y lo atraje a mí para cumplir su propósito
- yo igual- dije cuando nos separamos. Puse mi cabeza en su pecho mientras que él me seguía abrazando hasta que fuimos a dormir.

Maldito demonio (muzan y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora