IV.

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IV.

Tu cueva era muy bonita limpia. Los restos los habíamos enterrado en tu patio, que en paz descansen todas esas malditas bestias.

Habían pasado semanas ya y poco a poco me iba sintiendo feliz. Había algo por ahí que picaba pero era pequeño comparado a como me hacías sentir. Tu mano junto a la mía y tus caricias. Eras todo un romántico y yo no tenía ni idea.

Me cuidaste, me salvaste. Creo que te equivocas al llamarte villano. Estás actuando mal entonces. O ¿Acaso eres un villano para otras cuestiones?

No importa, me haces sentir bien y punto… tu me elevas.

- ¡Ah! Mmm… Lío~. – no sabía que mis gemidos podían ser fuertes, lo descubrí contigo.

¿Recuerdas nuestra primera vez? Esa en la que solo nos miramos y supimos que nos deseábamos con locura. Hubo sangre ese día mientras lo hacíamos, tú habías matado a alguien y su cuerpo estaba tirado cerca, estábamos tan calientes que no notamos cuando nos acercamos a la sangre esparcida en el suelo. Fue muy excitante, no sabía que aquello podía hacerme elevar hasta las nubes y hacerme venir fuerte.

- ¡Si, si, si! Ahí, ahí Lío~ ¡Dios! – hacía mucho que no lo nombraba, pero tú cuerpo me hacía querer gritar por él.

Maldita sea, sabías cómo moverte. Sabías dónde tocar y dónde besar.
Sabías cómo manejarme, a veces eras brusco y otras veces eras tan suave, me dejabas montarte y me acariciabas entera. Aunque debo de decir que me gustaba que me trataras brusco, azotando, mordiendo, apretando mi cuerpo a la cama con tus embestidas. Me sacabas todo el jugo. Si que eras feroz.

- Lía, ¿Qué me sucede? – preguntaste confundido respirando con dificultad. Habíamos terminado de tener sexo por segunda vez en el día.

- ¿Por qué el sol salé del oeste? ¿Por qué no recuerdo nada de mi pasado? O ¿Cómo es que te encontré aquel día?

Mmm tus preguntas tenían un poco de sentido. Me pegué a ti para poder besar tus labios con intensidad. - ¿Por qué matas?

- Es mi misión de vida.

- ¿Cómo sabes que es tu misión de vida?

- Yo… - tu mirada se perdió afuera. Te levantaste y sentí frío. – no lo sé. No sé el porqué de muchas cosas que me rodean, Lía.

¿No lo sabías? Bueno, yo tampoco sabía mucho.

- ¿Por qué es de noche ya Lía? Recién eran las tres de la tarde. Y ¿Qué mierda son esas cosas?

Me levanté para poder ver a través de la ventana contigo a mi lado.

¡Qué locura! Había muchas criaturas volando en el cielo nocturno. Otras caminando entre los árboles.

- Mi mente me muestra mis pesadillas, Lío.

CONTINUARÁ…


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