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No puede ser verdad.

No puede ser verdad

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Una corriente viento helada sacudió sus mechones despertandolo, al abrir sus ojos burdeos se encontró con un paisaje nevado ¿Por qué había nieve en plena primavera?.

Tomando su espada comenzo a caminar sin dirección alguna, al cabo de unos minutos logró reconocer un camino, muy cerca de ahí estaba su antigua casa, donde antes solía vivir una vida pacifica junto a sus hermanos y su madre, todo antes de su terrible muerte a manos de Muzan, aún después de haberlo matado el resentimiento seguía en el.

Dio media vuelta para volver sobre sus pasos, no pisaba ese lugar desde hace ya casi 8 años, sus amigos le decían constantemente qué fuera a ver y despedirse cómo debía, pero... simplemente no tenía el valor, no después de dejar que Nezuko muriera, cuando el de prometió protegerla con su vida.

Su vida ya no tenía valor ni sentido, después de la última batalla había perdido todo, a su maestro, a sus amigos, a la persona que amaba y a su hermana, ganaron ese día y hubo paz desde entonces pero... El precio fue demasiado grande, esa noche y los días siguientes no hubo fiesta ni celebración, solo lágrimas y llantos por los caídos.

Los años después de eso eran puro dolor, no podía superar la muerte de Nezuko, debio haber estado ahí cuando paso, protegerla cómo lo prometió a sus difuntos hermanos, Padre y Madre, cuidarla y amarla. No dejarla morir a manos de ese sucio Demonio, se lamentaba por todo.. El debia morir no ella... No su pequeña y última hermana.

Zenitsu y Inozuke intentaban consolarlo pero ya no le quedaba nada, estaba muy devastado. Sabía que sus amigos también estaban afectados por todo, Zenitsu por perder a su maestro y a su mejor amiga y Inozuke por perder a su pareja y amigo.
Desde ese momento los días para todos se volvieron grises, ya no había quien pintara los cielos, nadie quien te recibiera al llegar a casa, nadie a quien darle amor, estabamos solos.

- ¿Señor Saburo?.- Susurro confundido al ver pasar a su viejo vecino, pero ahora ya no tan viejo.

No tenía sentido, el había muerto el año pasado por una enfermedad ¿Como era posible?, ¿Que hacia el ahí? Recogiendo leña como si nada.

Con cautela se fue acercando más y más, al estar a solo unos metros lo confirmó, definitivamente era el, su cabello oscuro rizado y su pitico seño fruncido.

-¿Que?.- Volvió a preguntarse a si mismo.

Cerro los ojos para volver a abrirlos confirmando que no era una ilusion, ¿Acaso se había metido en la técnica de un Demonio sin darse cuenta?, con su mano izquierda llevó una bola de nieve a su rostro restregandolo, volvió a ver al señor Saburo recoger leña, se tiro al suelo, aún seguía ahí, ¿Debia de cortarse la cabeza como con Enmu?, tomó su espada listo para cortar pero algo lo impidió, mejor dicho alguien.

A lo lejos, entre los árboles hiba corriendo Giyu-San, pero no era el mismo, este era más joven y poseía ambos brazos, su cabello lo traía largo atado a una coleta baja, soltó la espada dejandola caer en la nieve undiendose en el proceso, pero no le importó, sin darse cuenta sus piernas ya estaban corriendo, fue un mero impulso que lo llevo a seguirlo, podía ser una trampa pero tenía una pequeña posibilidad de que todo esto fuera real.

Subió la empinada colina, siguiendo a una distancia prudente  a Giyu-San, a lo lejos divisó su hogar, se acercó para colocarse entre las maderas, pero algo lo dejó más confundido, el olor... ¿Por qué olía a sangre fresca?, con cautela y a paso silencioso entró en la casa, recorrió su antiguo cuarto, tomando algunos de sus juguetes recordando el día en que su padre se los regalo. Siguió su camino ahora saliendo al pasillo... Ahí justo al frente... Llegando a la puerta principal... Ahí estaban... Sus hermanos su madre... Muertos.

Retrocedió unos cuantos pasos, resbalando por la sangre fresca, levantó sus manos mirando como ahora estas estaban empapadas por el color rojizo, las lágrimas comenzaron a caer, no podía evitarlo, ¿Por qué? ¿Por qué debia de volver a ver esto?.
Un grito de dolor salió desde lo más profundo, llebando sus manos hasta su haori, aferrándose con fuerza en este, manchandolo, estirandolo.

Después de calmarse se levantó, pasando por los cuerpos de sus hermanas y hermanos pequeños, llegando donde su madre, deteniéndose y agachandose, limpiando su rostro, cerrando sus ojos.

- Descansa en Paz, querida Madre.- Sin importarle la sangre o el olor, depósito un suave beso en su frente.

Caminando hasta cerrar lo que quedaba de puerta, mirando por última vez su destruido hogar, añorando que todo fuera una mentira, solo una pesadilla y que al levantarse su madre estaría ahí, esperanolo y calmandolo, diciéndole que todo estaría bien.
Cerro sus ojos para luego rezar, para que ellos pudieran descansar en paz, pidiendo perdón por no haber llegado a tiempo una vez más.

Un nuevo aroma llamó su atención, era uno que conocía muy bien, uno qué juraba nunca más volver a oler, era débil, pero seguía colina abajo... Nezuko estaba ahí.

Corrió, corrió tan rápido que si no fuera un Pilar sus pulmones se hubieran congelado, las huellas en la nieve se borraron a cada pasó, las manchas de sangre le decían por donde continuar, al pasar cerca del barranco lo reconoció, era donde el y Nezuko habían caído, cuando se volvió un Demonio.

Bajo de un salto colocándose en la rama de un árbol, deteniéndose, congelandose sin poder mover ni un músculo, mirando la escena ante sus ojos sin creérselo, ahí estaba el de joven protegiendo a Nezuko de Giyu-San.

¿Acaso había vuelto al pasado?. Esto no podía ser verdad.

¡Contamos contigo Tanjiro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora