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   A las seis de la mañana, Ymir llamó a Reiner para pedirle que vaya y retire a su esposa de su departamento, pero este le dijo que ya estaba ahí. Necesitaba alejarse de todo eso. Tan solo pensarlo, la cansaba.

   Luego de comer huevos revueltos y tomar su té; el desayuno que el hotel ofrecía. Se largó de este y fue directo a su hogar.

   Era fin de semana, no trabajaría. Por lo tanto, a penas pisó el lugar donde vivía se dispuso a limpiarlo a fondo.

   Ella estaba bailando al ritmo de Streets de Doja Cat, mientras pasaba la escoba por la sala. De repente, sonó su teléfono sacándole un grito de sorpresa. Respondió la llamada una vez que el susto había pasado.

Hola, Ymir. ㅡ saludó la voz en la línea. ㅡ ¿Estás ocupada?

Hola. No, no realmente, ¿Por qué la pregunta?

Excelente, ¿Quieres pasar el fin de semana conmigo?¿Puedes venir ahora?

¿Ahora? ㅡ recibió un simple "Mmh". ㅡ Dejame pensarlo, pero pasame la dirección.

   Se despidieron e inmediatamente le llegó un mensaje de Yelena. Cuando recibió la dirección, pensó en que estaba bastante cerca, tranquilamente podía ir caminando.

   Quizás no sería una mala idea pasar un par de días con aquella mujer, necesitaba un respiro de todo.

   Antes de dejar el aparato sobre la barra, envió un "Estaré allí en 20." y se encaminó a su habitación para alistarse. Cambió su ropa de limpieza por un conjunto apropiado para salir. A la vez, preparó un bolso con otra muda de ropa. Ya lista, agarró el bolso, su teléfono y fue caminando hasta donde vivía la de ojos oscuros.

Me alegra de que estés aquí.

    Estaban viendo una película, una al lado de la otra, disfrutando del calor ajeno. Hace más de una hora había llegado a la residencia de la mujer a su costado. Fue recibida de buena manera, pues Yelena, quien vestía una linda falda y camisa de tonalidades similares, la besó de modo que su mente se puso en blanco. Justo lo que necesitaba.

Y a mi. ㅡ le sonrió a la encantadora rubia a su lado, quien le correspondió de igual manera. ㅡ ¿No quieres hacer algo más... divertido?

    Aprovechando la ocasión, la alta mujer subió a su regazo quedando a horcajadas. Ymir la besó y acarició sus largas piernas.

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La casa esta a tu nombre, es tuya.

Esta bien, Reiner. ㅡ dijo Historia.

   Reiss no carecía de cosas materiales, su familia era estable económicamente y sus comisiones iban bien. Su arte era comprado.

    Estaban los dos sentados junto a sus abogados, solo para hacerlo legal y liberarlos del matrimonio.

¿Bertolt sabe que no tengo nada en su contra, cierto?

Si, aunque lo conoces, no lo creerá hasta que tu misma se lo digas.

   La rubia se rió y contestó: ㅡ Lo llamaré luego.

   Una vez arreglado todo para el juicio, se despidieron con un abrazo y cada uno se fue por su lado. Seguirían siendo amigos, obviamente el cariño que se tuvieron por tantos años no les permitiría dejar de lado al otro.

    Se fue a una cafeteria cercana, en el momento que entró le llegó a la nariz el fuerte aroma de café, un olor de su agrado.

   En una mesa alejada de los ventanales tomó asiento y pidió un capuchino. Una vez que estuvo solamente con su bebida, bebió un sorbo, y su mente comenzó a maquinar.

    ¿Realmente besó a Ymir?¿Por qué exactamente?

    A penas despertó, recordó las palabras de la castaña y se culpó por herir los sentimientos de su amiga, era consciente de que Ymir la amaba aún, así como ella lo hizo con Reiner. 

    No debió besarla, menos sino sabía que era lo sentía por la castaña. La amaba como amiga, eso seguro. Aunque recuerda que fantaseó un par de veces con ella en la universidad, no podía decir que le atraía.

    Dejó de pensar, viendo que no podía hacer más. Solo se dedicó a terminar su bebida antes de que esta se enfríe. Pagó lo consumido y se marchó.

     Camino a su casa, mandó un mensaje a Sasha y Hange pidiéndoles que la acompañen en la noche. Dudando, citó a su mejor amiga para reunirse.

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