Once

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Becka:

Después de ese día tuve el valor para saludarte en la escuela. Aprovechaba todas las oportunidades que se me presentaban.

¿Alguna vez te preguntaste, por qué siempre me sentaba cerca de la puerta de entrada?

Siempre me saludabas con un tierno beso. Eras tan amable y educada; me aprovechaba de eso, sabía que no te pasarías de largo aunque tuvieras prisa. Ese inocente beso matutino alegraba mi día.

Posdata: Imaginaba, soñaba y deseaba que por lo menos ese beso me lo dieras en la comisura de mis labios.

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