Azima había rodado los ojos al oír a sus primas. No cabía duda de que cualquier pretexto era bueno para armar planes y ejecutarlos. Ella no diría que no, pese a que como de seguro las tres sabían, Zaím no necesitaba de muchos incentivos. Bueno, quizás lo tenían mas claro tanto ella como Baasima. Habiba era muy lista, pero si algo pasaba con ellas es que no tenían esa lucidez en temas de amor.
Ejemplo número 1: Baasima.
Ejemplo número 2: Habiba.
Y allí se acababan los ejemplos.
Se sumergió en la historia o más bien las leyendas en torno a Amina.
Unos días después.
- Bueno, esto siempre es un deleite visual. –Azima había dejado su libro sin protestar y desde un estratégico puesto en la ventana miró hacia el exterior mientras un grupo de fornidos guerreros usaba las espadas en la habitual rutina de entrenamiento matutino.
- Ni que lo digas. –Baasima se echaba un puñado de palomitas a la boca a su lado.
- ¿De donde sacaste palomitas?
- Ian. –dijo simplemente.
- ¿Por qué no estás aquí? –Azima se giró hacia Habi.
- Si no está allí Zaím ¿Qué caso tiene?
Zaím se había metido de lleno en la búsqueda y captura de sus secuestradores, menos mal que a estos se los parecía haber tragado la tierra. Cuando no estaba dirigiendo él mismo la búsqueda, como si no tuviera miles de cosas como Jeque por hacer, se la pasaba con Ian diseñando, aprobando, verificando el nuevo sistema de seguridad ultra avanzado y moderno y finalmente haciéndose muy pero que muy amigo del esposo de su prima. Y no es que eso le molestara, pero claro que no. Estaba agradecida por todo el interés en favor de su bienestar, tenia un médico que la revisaba diario, un marido atento hasta lo indecible y hasta una enfermera por el amor del cielo, la cual estaba de lo más entretenida junto a sus primas viendo el entrenamiento del día porque no tenia otra cosa más que hacer.
Lo que la volvía loca es que no lo veía en todo el maldito día y al anochecer cuando ya la vencía el sueño lo único que alcanzaba a oír era como se acostaba en la cama a su lado y se dormía momentos después.
Sí, había cambiado de idea. Se le podía llamar de la manera que quisieran a su conversión: experiencia cercana a la muerte (lo pensó por momentos), no le importaba. Quería que su esposo ejerciera como tal, o que al menos le dedicara unos minutos de atención que no fueran recomendaciones al medico, enfermera, primas y medio mundo para tenerla entre algodones y solo eso. Suspiró y se tendió en la cama.
- ¿Está bien mi señora? –se acercó la enfermera de inmediato preocupada.
- Solo está agonizando de aburrimiento. –le dijo Baasima.
- ¿Y de quien es la culpa? –protestó Habi aun tendida.
- No podemos hacer nada si él no está. –Le recordó Azi aun muy entretenida.
- Déjeme checar su presión arterial. –pidió la dulce chica y Habi solo le tendió el brazo y se puso el otro sobre los ojos.
- Modo dramática ¿eh?
- Calla o le diré a Ian como se te van los ojos todas las mañanas cuando ves el entrenamiento diario.
- No me diría nada.
- ¿Probamos?-le sonrió perversa.
- No, mejor no.
- Tiene la presión un poco baja. –dijo la chica frunciendo el ceño.
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Princesa Habiba (Princesas de Durban 2)
RomanceHaber gozado del favoritismo de su tío el rey de Durban desde que tiene memoria hace que a veces una princesita se sienta demasiado libre, es decir, que crea que puede hacer cosas "inocentes" como nadar desnuda. Esto provoca un incidente que le cam...