3- Por allí.

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Mi perro movía su cola esperando que me acercara a saludarlo, pero yo seguía inmóvil.

Tardaría bastante en superar lo que había pasado.

Caerme en medio de la cafetería de la escuela sería menos vergonzoso... bueno tal vez no, pero mi enorme capacidad de exagerar las cosas me hizo sentir increíblemente avergonzada.

Mis padres y hermanos me esperaban en el sofá mientras veían televisión, y cuando vieron mi cara casi gritan del susto.
C

armela y Demián, mis padres, junto con Bautista y Chiara, mis hermanos, fueron al rescate.

- ¿Estás bien?

- Hicimos té... ¿quieres?

Recuperé la conciencia y cambié mi rostro para disimular lo que había sucedido, también accedí a la propuesta del té.

Comenzó una tarde normal de la vida cotidiana de mi familia, nos sentamos en el sofá, y por allí pasaban apuntes, tareas, agendas, bocadillos y risas.

Pronto nos encontrábamos en la mesa cenando, mientras conversábamos acerca de nuestro día.
Mis padres hablaban del trabajo, Bautista comentaba sus buenas notas, siempre fue muy inteligente y Chiara... simplemente comía.

Siempre amé escuchar las conversaciones, observar detalladamente los rostros de las personas sin decir absolutamente nada.
Poder ver cómo reaccionan frente a determinadas situaciones, conocer realmente lo que las expresiones faciales tienen para decir en cada momento.

No era muy sociable, es decir, era tímida... soy muy tímida.
Me costaba demasiado entablar relaciones, mi mirada solía ser desconfiada y por más que intentaba acercarme a las personas con mayor facilidad, me resultaba casi imposible.

Al conocer gente nueva, solían decirme que era aterradora, que mi rostro parecía demostrar maldad.
Supongo que cuando hago mi especie de análisis, que simplemente es observar a las personas, mi rostro es... ¿desagradable?
No lo sé.

- Mónica...- Mi madre me trae de regreso. - ¿En qué piensas?-

- Que la comida está asombrosa.-
Digo regresando a la conversación, para luego continuar con la cena.

Ya en mi cuarto, me preparaba para dormir, cuando una notificación invadió la pantalla de mi celular.

Un nuevo grupo creado por Azúl, "El renovado plan de sábado".

Quería dejar de recordar que acusé a un chico de seguirme y que perdí una apuesta que costaría todos mis sábados, pero no podía hacerlo.
Un mensaje de Azúl llegó al grupo:

"Este sábado, 9pm, mi casa."

Parecía que mi mejor amiga había perdido la capacidad de redactar mensajes, pero no, ella escribía así.

"¿Y si no quiero?"

Bromeo.

"Tendremos que obligarte.
O tal vez simplemente necesitamos invitar a Pedro."

Sebastián ahora bromea conmigo.

"Está bien, iré. Solo quería actuar rebelde."

"Este sábado, 9pm, mi casa."

Azúl escribe casi como una orden por segunda vez
Sebastián y yo escribimos un simple emoji como respuesta al mensaje.
Dejé el celular en mi escritorio y pronto me preparé para dormir.

Al día siguiente, la alarma despertó a toda mi familia, me preparé y salí casi volando de mi casa, como de costumbre, estaba llegando tarde.

El camino a clases parecía infinito cuando estás llegando tarde, y aún más cuando un apuesto pelirrojo camina delante de tí.

Al notarlo, casi lloro de la rabia. ¿Por qué está en todas partes?
Ni siquiera mis poderes al observar personas podían darme una respuesta.

¿Cómo era posible que ambos llegáramos tarde?

Llegué a cuestionarme si la teletransportación era parte de esto y él aparecía cuando quería para molestarme.
Por suerte la cordura volvió a mí y seguí con lo que estaba haciendo.

Comencé a caminar lentamente detrás de Pedro, no quería que notara mi presencia, así que simplemente decidí seguirle el paso mientras me estresaba por la lentitud de su caminata.

Estaba segura que la lentitud de un caracol era más rápidos que él.

Para mí sorpresa, a unos metros de la entrada de la escuela, Pedro se volteó y yo me detuve.

- ¿Necesitas algo? ¿Por qué me sigues? - Dijo Pedro con un evidente tono burlón.

CAMINÓ MAS LENTO QUE EL INTERNET DE LA ESCUELA, ¿SÓLO PARA MOLESTARME? ¿SÓLO PARA DECIRME ESO?

Como toda persona exageradamente dramática, me sentí ofendida, dejé de lado la vergüenza y junto con las ganas de golpear a alguien, protesté.

- El camino a mí preparatoria... queda por allí.

Señalé la entrada a la escuela, y junto a mi mueca de orgullo, abandoné la idea de seguirle el paso a Pedro, así que me adelanté y entré con la frente en alto.

Llegué al salón justo al mismo tiempo que el director, mientras que Pedro llegó tarde.

Reía silenciosamente mientras mis mejores amigos la observaban con preocupación.

- Creo que estudiar tanto le está afectando.- Comenta, entre risas, Sebastián.

- ¿Ahora lo notas? - Dijo Azúl.

Azúl comenzó a reír a carcajadas mientras yo les dedicaba una increíble expresión de odio.

El director pidió silencio a la clase para anunciar que el profesor no había concurrido, ya que se encontraba de vacaciones.
El profesor había dejado tarea, pero todos saben que sin su custodia, nadie haría nada.

Tan pronto como el director abandonó el salón, toda la clase comenzó a hablar.

Carlos y Julio, compañeros de salón, junto con Sebastián, se acercaron a Pedro, al parecer, habían sido amigos todo ese tiempo en primaria, aunque yo no lo recordara.
Azúl y yo nos acercamos y comenzamos a conversar entre todos.

A pesar de no hablar directamente con el pelirrojo, podía notar que Pedro era mucho más tímido de lo que aparentaba, su piel pálida delataba con facilidad su vergüenza transformándose en un color rojo fuerte.

A pesar de la vergüenza que sentía, noté lo gracioso que era.

No podíamos dejar de reírnos, cada estupidez que mis amigos decían me daban ganas de agradecerle al profesor por ausentarse.

Eran de ese tipo de personas que podían hacerte reír tan solo con una mueca.

Comenzaron una simple conversación acerca de tareas que acabó en una cadena de anécdotas sobre diarrea, para luego rematar con una competencia de eructos.

Definitivamente no iba a cansarme de eso, podía llorar de la risa.

Pedro encajó en la clase y en nuestro grupo de amigos como una pieza de rompecabezas, simplemente reía, comentaba y participaba, incluso en la competencia de eructos.

(Tenía el mismo y asombroso don que Julio, podía decir las vocales eructando.
Envidiable, ¿no creen?)

No sé si era cosa mía, pero hasta en eso era atractivo.

Comencé a darme cuenta que quizás teníamos cosas en común.
Pedro parecía buena persona, el único inconveniente era lograr deshacer nuestra incomodidad, pero si eso se cumplía, tal vez podríamos ser cercanos en algún momento.

A pesar de todas las dudas que tenía respecto a intentar ser su amiga, había una ventaja, podría tener un amigo con el cual ir y regresar de clases.

Incluso sin recordarte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora