Esperé a que él esté justo a mi lado para comenzar a caminar.
Nuestros pasos estaban perfectamente sincronizados, pero ninguno hablaba.
Iniciar una conversación me resultaba vergonzoso, pero para mi suerte, él decidió hacerlo.- ¿Has... estado bien? Este tiempo... -
Podía notar lo difícil que fue para él dar la primera palabra.
- Sí, es decir... normal. ¿Tú?-
- También, normal. -
¿Fuí cortante?
Eso me asustó un poco.
Creí que causé que la conversación sea corta.Pero, para mí suerte, a él no le importó.
- ¿Así que perdiste una apuesta?-
¿QUÉ?
Estaba segura que todo esto tenía nombre: "Sebastián".
¿Por qué no puede callarse?
Juré que podría haberle regalado un insulto.- No creí que confiar en mis amigos sería una mala idea.-
Él soltó una carcajada abiertamente.
- ¿Tus amigos? Tu "mierda" resonó por todo el salón.
Hasta el profesor lo notó.-- Tómalo como un cumplido.- Dije sin poder mirarlo a los ojos.
- Lo haré, y... ¿sabes?-
- ¿Qué?-
Él se arrodilló un poco, justo a mí altura, me miró fijamente a los ojos y dijo:
- Mierda.-
Mi cuerpo entero se detuvo.
¿"Mierda"?
Acaso... ¿Estaba insinuando...?
No. Era imposible.El volteó y sus orejas estaban, como de costumbre, rojas, incluso después de coquetear descaradamente conmigo.
Sonreía, no había forma de que dejará de hacerlo, él parecía realmente disfrutarlo, y su sonrisa desató mi locura.
Lo tomé de la mano acompañado de un "sígueme" y a pesar de su asombro, lo hizo.
No sabía que hacía, no sabía que demonios era lo que estaba por hacer.
Pero estaba segura de lo que quería: a él.Maldito pecoso.
Entre tantas casas al camino de la escuela, había un pequeño pasillo que resultaba también un increíble escondite para cualquier cosa.
Al llegar, solté su mano y simplemente lo miré.
Él me miró, y en sus ojos pude notar que también sabía lo que estaba pasando.- ¿Está mal? - Preguntó tratando de ser un poco más cuerdo que yo, pero sin ocultar en lo más mínimo su interés por lo que iba a suceder.
- Si no quieres está bien, no voy a obligarte. - Sonreí.
Él se acercó a mí y colocó su mano en mi mentón.
- ¿Tú quieres? -
- Por algo te traje aquí.- Respondí segura.
Él se acercó un poco más a mí, yo levanté mis talones y él se inclinó, deposité un pequeño y corto beso en sus labios, me separé de inmediato, lo miré a los ojos y reí nerviosa.
Él rápidamente colocó ambas manos en mi mentón y puso sus labios con desespero sobre los míos.Empezó como un beso simple, era suave y lento, ambos queríamos dar una buena impresión.
Pero de un momento a otro se convirtió en uno de esos que no se olvidan.Nuestros labios se movían con fluidez, sincronizados al igual que nuestros pasos al caminar.
Cada tanto él se encargaba de morder sutilmente mi labio inferior y soltarlo lentamente para continuar.
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Incluso sin recordarte...
Storie d'amoreÉl recuerda cada detalle, pero ella parece haberlo olvidado por completo. El destino los vuelve a encontrar de camino a clases, aunque no siempre los recuerdos son buenos. ¿Es posible convertirse en una montaña rusa de emociones?