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Capítulo 3

Lucy

Luché con todas mis fuerzas para evitar entrar en la cabeza de mi novio porque sabía que algo no iba bien. Mi Jace, él siempre llevaba consigo una sonrisa y su mirada fija y clara. Pero ahora... Era inquieta y nerviosa, casi le costaba mantenerme la mirada. Pero lo que más me puso alerta fue que no me besó, ni me abrazó ¡Joder, ni siquiera un puto roce! Cosa que era rara en Jace ya que era demasiado cariñoso, por Dios casi lo necesitaba tanto como respirar.

Definitivamente algo no iba bien.

—¿Te pasa algo? —él se sentó al borde de mi cama, justo en un extremo alejado. Seguía sin responder. —¿Jace?

—No puedo. —me interrumpió colocándose una mano en la cabeza e intentando respirar hondo. —Lucy, te juro que te quiero. Pero esto... esto es demasiado para mí.

No me gustó la manera en que lo dijo. Parecía que estaba despidiéndose y eso era una estupidez.

—¿Qué intentas decirme? —pregunté. No quería saberlo pero era evidente que debía hacerlo.

—Solo quiero que entiendas porque estoy haciendo lo que estoy haciendo. —su voz era como un hilo fino y se le escapó una solitaria lagrima que recorrió toda su mejilla colorada.

—No. —negué rápidamente. No me lo podía creer. No podía ser cierto.

—Te he apoyado de mil maneras diferentes desde que te conozco, y solo quiero que sepas que voy a seguir aquí, pero esto no va a funcionar porque ninguno de los dos sabe que es mejor para el otro. Y lo he intentado sin parar pero no sé como demonios puedo ayudarte...

—¡Solo quédate conmigo! —grité, sonó como una reproche pero en realidad era una desesperada suplica.

—Es que no puedo. —me agarró de las manos acercándose a mí mientras con su otra mano me limpiaba una lagrima que recorría mi mejilla. —Me ha costado tiempo asimilarlo porque me negaba a admitirlo pero ahora se lo que necesitas. Necesitas esto, Lucy. Necesitas explorar todo tu potencial, descubrir de qué eres capaz y dejar atrás ese miedo que te recorre el cuerpo cada vez que estoy cerca de ti. Joder, solo quiero que te centres en lo que tú necesitas y dejes de pensar en mí. Ambos lo necesitamos.

—No te entiendo. ¿Necesitas centrarte en ti? ¿Acaso no lo hacías cuando estabas conmigo? —inquirí estupefacta. Jace me estaba contando cosas que nunca en lo que llevamos de amistad y relación había expresado.

—Todo este tiempo me he centrado en intentar entenderte, porque así pensaba que podría ayudarte. Pero me he dado cuenta de que yo no puedo ayudarte con esto. Hey...

Me acunó la cara con ambas manos cuando empecé a sollozar. Y no sabía si lloraba porque tenía razón o porque lo echaría de menos, creo que por ambas.

—Solo quiero que estés bien. —siguió.

—¿Por qué?

—Porque te quiero, tonta.

Y es que la única verdad era que tenía razón. Creo que muy en el fondo siempre lo he sabido. Veía tanto la expresión en su cara en el entrenamiento tanto sus silencios después de perder el control pero por lo único que temía en realidad era por perder a mi mejor amigo y no a mi novio en si. Y me odiaba por no sentirme como él se sentía ahora mismo.

—Y yo a ti, mi rubio. —le di un suave beso en los labios que fue más un roce que otra cosa.

Era verdad. Lo quería con todo mi ser, porque además de ser lo único que tenía desde hace trece años, era mi mejor amigo. Y me sentía la peor persona del mundo todos los días por tener que repetirme que no era así.

Número 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora