Capítulo 5
Lucy
¿Alguna vez has oído hablar del hilo rojo? Es una vieja leyenda japonesa y representa el destino del amor. En la mitología china y japonesa se solía decir que es un hilo el cual es atado por ambos extremos al dedo de dos personas destinadas a enamorarse.
Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el hilo se estirará, se doblará y se enrredará hasta el infinito pero nunca se romperá.
Cuando era pequeña solía estremecerme al pensar en esta leyenda. Pasaba tardes y noches leyendo romances perfectos y almas gemelas destinadas a reencontrarse al pasar de los años, pensando que ese amor permanecería fresco y nuevo, como la primera vez.
Conforme iban pasando los años me iba dando cuenta de que... en realidad... el amor es algo que puedes encender y apagar cuando te de la real gana. Aunque yo aún no sea capaz de hacerlo.
A día de hoy la palabra amor es solo un sentimiento sobrevalorado e inútil. En realidad, es en lo último que pienso ya que las personas que se supone que me tenían que querer no han demostrado sentir aquello que supuestamente es irrompible.
A excepción de Jace, claro.
Por eso cuando Allison y Klaus vinieron a mi habitación con un montón de ropa y maquillaje no pude evitar pensar en la última vez que tuve un cita con Jace.
—Deja de mirarme de ese modo —le exigí aquel día mientras que nos sentábamos a mirar el atardecer en un bonito prado lleno de flores.
—¿Ahora te molesta que lo haga? —espetó.
—No.
—¿Entonces?
Me giré y lo miré directamente a los ojos mientras me abrazaba las piernas.
—¿Por qué lo haces? —le exigí saber.
Jace solo levantó la comisura de su labio izquierdo con ternura y levantó su mano para colocarme un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Porque eres perfecta.
Esa frase no podía ser más falsa.
Me recordaba tanto a las horas que me pasaba arreglandome para salir con Jace. A pesar de que siempre decía que me veía preciosa pusiese lo que me pusiese.
—Oye, Lucy ¿estás bien? —la voz de Allison me hizo despertar del trance en el que me encontraba. Sus ojos avellana me miraban preocupados y yo solo decidí forzar una sonrisa.
—Claro, ¿qué- qué hacéis aquí?
—Hemos venido a ayudarte a ponerte guapa —Klaus salió de la nada y me pasó un brazo por encima de los hombros. —Tienes que empezar a lucir todas esas carnes, cariño.
¿Que? ¿Carnes? ¿Yo?
—Ahmm...
—Por favor, si tan solo con pisar esta casa ya se había ganado la atención de la mitad de nuestros hermanos —exclamó Allison.
—Pero... ¿no- no son nuestros hermanos? —caí en la cuenta de que habían vivido juntos siempre pero sin embargo no se comportaban como si fueran hermanos más bien amigos o conocidos.
—Tecnicamente no —le lancé una mirada concisa a Allison. —A ver, todos somos adoptados, por lo que no hay sangre ni genes de por medio, además nunca los consideré mis hermanos. Sí buenos amigos por lo que mataría si es necesario pero... —hizo una mueca. —¿Hermanos? Nop.
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Número 8
Teen FictionUna chica sin control en una ciudad que la ha dado por perdida desde el primer momento. Una vida destinada a la indigencia y la miseria. Una oportunidad. Siete nuevos hermanos de dieciséis años con los que tiene que convivir. Dos de ellas sus mejore...