Crédito donde se debe el crédito

176 41 10
                                    

Temo

No seas ridículo, Cuauhtémoc. Si el director expulsó a este chico, entonces no pertenece a Castillo de Pinos. —La voz de mi padre estaba cuidadosamente modulada y totalmente vacía de emociones. No había hablado con el hombre en casi seis meses, y era como si hubiera llamado y pedido una pizza a un extraño. Estaba sosteniendo mi teléfono móvil tan fuerte que me sorprendió que el vidrio de la pantalla no se rompiera.

—La única razón por la que no quieren a Aris aquí es porque se ve diferente al resto de nosotros. —Se veía mucho mejor que cualquiera de nosotros, en mi opinión, pero sabía que el infierno se congelaría antes de que mi padre estuviera de acuerdo conmigo—. Le tendieron una trampa y quiero que hagas algo al respecto. —Nunca le había pedido nada al hombre. Nada de su tiempo. Nada de su atención. Nada de su afecto. Pero le pedí esto porque no era justo para Aris, y no iba a quedarme a ver cómo un puñado de imbéciles estirados lo echaban de la ciudad.

Mi padre suspiró, el equivalente al padre de otra persona volviéndose loco. Así de expresivo era mi padre.

Vi esas fotos tuyas y de ese chico fuera del club de la ciudad, Cuauhtémoc. Sigo pensando que vas a superar esta necesidad infantil de atención. No avergonzarás a esta familia, no importa a quién decidas presentar ante la prensa. Ese chico no tiene lugar en nuestro mundo, no me importa quiénes sean sus padres. Parece un delincuente, y su madre está casi tan hambrienta de atención y validación como tú. Alejarlo lo más posible de ti parece una idea brillante.

Gruñí y empecé a caminar de un lado a otro. Si pudiera alcanzarlo a través de mi teléfono y poner mis manos alrededor de su cuello, lo habría hecho.

—No estoy tratando de avergonzar a nadie. Estoy tratando de vivir mi vida y finalmente encontré a alguien quién me hace feliz y me hace olvidar que no soy más que el heredero de Corcuera para el resto del mundo. Le gusto, a pesar del nombre de mi familia. Salí con mi novio, algo que es perfectamente normal. No se la chupé en los aparcamientos, pero eso se puede arreglar si no quieres cooperar. Puedo ponerme delante de la prensa y hacer que la madre de Aris parezca una aficionada. —Haría tanto ruido que no habría forma de que pudiera silenciarlo—. He jugado siguiendo tus reglas toda mi vida. Me debes esto.

Me detuve cuando mi padre resopló. Nunca le había oído hacer un sonido tan común.

Si jugaras con mis reglas, no tendría un empleado de tiempo completo cuyo trabajo principal es mantenerte a ti y a tus novios fuera de los periódicos. Nunca has hecho lo que te pedí, Cuauhtémoc.

Prácticamente me atraganté con mis palabras cuando le dije:

—No puedes pedirle a alguien que sea heterosexual. No funciona así.

En nuestro mundo, sí. —Me di cuenta de que no iba a ceder. Su indiferencia me hizo luchar contra el impulso de saltar en un avión y volar a dondequiera que estuviera para patear su privilegiado trasero.

Metí la mano en mi pelo y cerré los ojos.

—No puedo dejar de ser gay, papá. —Era mi turno de suspirar—. Si eso fuera posible, ¿no crees que habría fingido hace mucho tiempo para que no me abandonaran en esta maldita escuela?

Mi padre no hizo ningún ruido durante varios minutos. Cuando habló, su voz era cien veces más fría que la mía.

Aléjate de este chico, de todos los chicos, y haré que lo liberen de la custodia policial y te aseguraré que puede volver a Castillo de Pinos. Compórtate como se espera que se comporte un Corcuera y yo haré esto por ti.

Gruñí. Era un hijo de puta. Era la primera vez que tenía una ventaja real contra mí y no dudó en apretar los tornillos.

—No voy a hacer eso. No voy a hacer eso. ¡No puedo creer que intentes chantajearme para ser heterosexual! —Podía creerlo, en realidad, sólo que no quería—. Si Aris no puede volver a Castillo de Pinos, entonces me voy a donde sea que termine. Seré el primer Corcuera en generaciones en graduarse en un lugar que no sea Castillo de Pinos. —Y me aseguraría de que todas las columnas de sociedad y todos los chismes en el mundo supieran por qué fui a otra escuela. Me gustaría arrastrar el nombre Corcuera a través de cada charco sucio y fangoso que pudiera encontrar.

the prep | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora