Ari
—Así que, te las has arreglado para llamar la atención del rey de Castillo de Pinos. Tengo que decir que es bastante impresionante. Nada mantiene su atención durante mucho tiempo.
Levanté la vista de mis deberes cuando mi compañero de cuarto se tiró sobre mi cama. Puso su mentón en las manos y cruzó sus tobillos mientras balanceaba sus piernas detrás de él. Era completamente adorable, si te gustaban los duendes maníacos. Tenía un sexi acento italiano que hacía que Joaquín Bondoni se saliera con la suya pareciendo dulce y sin pretensiones, cuando era todo lo contrario. Era un terror y un poco puta descontrolada. Mis otros dos compañeros que se apropiaron de la habitación de al lado, dejaron escapar que Joaquín había estado mudándose durante cuatro años porque nadie podía soportar vivir con él durante más de seis meses seguidos. Era de alto mantenimiento, una reina del drama, y un mocoso sin arrepentimientos. Se rumoreaba que estaba un poco desequilibrado, y después de pasar una semana compartiendo una habitación con él, podría decir con seguridad que había algo que no estaba del todo bien en el esbelto rizado. Sus ojos siempre me parecieron salvajes y traviesos, y me había dado cuenta de la forma en que los chicos del doble de su tamaño parecían darle un amplio espacio en los pasillos.
Suspirando, cerré mi libro de texto y presioné guardar en mi ordenador. No haría nada hasta que le diera a Joaquín la atención que quería. Era un mierdecilla persistente, y aprendí de la manera más dura que era vengativo. Lo ignoré las primeras dos noches, tratando de dejar claro que no buscaba establecer lazos afectivos ni hacer amigos. Joaquín bufó y resopló por la habitación en una nube de indignación, haciéndome saber que habría repercusiones que bastarían para congelar el infierno.
Las últimas tres noches que volví al dormitorio, Joaquín no había estado solo en nuestra habitación. La primera noche juré que estaba esperando a que apareciera, así que lo vi montando a un vikingo gigante que parecía que podía jugar en la línea ofensiva de los Broncos. Joaquín era ruidoso y obvio. Sebastián, me preguntó si quería unirme a la diversión.
Estaba tan molesto que salí corriendo de la habitación, dejando los libros y las notas que necesitaba para hacer mi tarea. El segundo día, se había enredado con el mismo guaperas que yo había visto chupándosela a Cuauhtémoc Corcuera como si su vida dependiera de ello. Había visto suficiente de las habilidades sexuales del tipo como para que me durasen toda la vida. El día que el twink estaba en mi dormitorio, me atreví a quedar marcado para toda la vida entrando corriendo a coger mi ordenador y mis notas. Todavía estaban en ello cuando regresé. Joaquín entonces procedió a hacer más ruido del que yo pensaba que era posible, toda la noche.
No me sorprendió cuando tanto él como el pardillo caminaban de forma extraña a la mañana siguiente. Me preguntaba cómo demonios tenía tantos chicos para traer a la habitación, cuando Joaquín me explicó que Castillo de Pinos era conocido secretamente como el lugar para que los padres enviaran a sus problemas, es decir, los niños homosexuales. Cuando no querían romper con su imagen de familias perfectas siendo aparentemente diferentes en la prensa, Castillo de Pinos era la solución al problema. De ahí el alto número de estudiantes homosexuales, y el aire de apertura y aceptación.
También me desconcertó la falta de supervisión. Era una escuela llena de chicos ricos, atractivos y adolescentes. No podía creer que no se revisaran las habitaciones para asegurarse de que nadie hiciera exactamente lo que Joaquín hacía todas las noches. Cuando se lo pregunté, se burló de mí y me dijo que cada piso tenía un monitor de habitación, y que el nuestro, como todos los demás en la escuela, estaba cagado de miedo de Joaquín. El monitor se acostumbró a pasar por alto nuestra habitación para que no pudiera, ni siquiera accidentalmente, encontrarse con mi compañero de habitación haciendo algo que se suponía que no debía hacer.
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the prep | aristemo.
Fanfiction[ADAPTACIÓN] En este instituto de élite... aislado en lo alto de las montañas... sólo hay chicos.