La cena fue pacífica, demasiado, fue totalmente callada y tras terminarla cada uno desapareció a su habitación. Ella no podía dormir, simplemente no podía dejar de pensar, su cabeza estaba tan llena de sus pensamientos que ya no podía callarlos a todos fue entonces cuando salió de la cama, y tras tomar una vela comenzó a caminar por los pasillos, y de pronto una idea se adueñó de ella, pensó en buscar a Jarek. Quería verlo, necesitaba verlo, y ni siquiera sabía dónde estaba. Para entonces terminó por encontrarse frente a la biblioteca y tras entrar ahí halló una pequeña luz, provenía de una vela a la que no le faltaba mucho para desaparecer. El pequeño fuego se adueñó de su atención por un momento y terminó sentada en el piso hipnotizada por ella, danzante y vivaz, y a punto de morir, casi al igual que ella.

Al alzar su vista se encontró con Jarek dormido en el mueble, sobre su pecho. Pacífico. Era lo más calmado que lo había visto en toda su vida, y entonces al dejar su vela a un lado y apoyar su mano al otro, el sonido que hizo llamó su atención, era papel, había papel por todo el piso o al menos donde ella estaba. Rápidamente tomó una hoja, y conocía perfectamente su contenido, entonces tomó otra y otra y otra.

- Estoy buscando otra manera- respondió el príncipe con voz adormilada mientras la observaba con los papeles en la mano, leyendo su contenido mientras su expresión de asombro invadía su rostro, sus labios estaban ligeramente abiertos, quería decir algo pero aún no sabía qué.

- No la hay- sentenció y dejó los papeles a un lado para mirarlo fijamente.

- ¿Cómo saberlo?

- Porque estuve buscando otra manera durante tres años. Y no hay nada, solo lo que te dije. No se trata de tener amor verdadero y recíproco, se trata de un acto de amor verdadero por las dos partes.

- ¿Me dejarás ayudarte entonces?

- Solo quedan tres días, casi dos, así que creo que no habrá mucha diferencia- hubo silencio en el que se miraron fijamente y luego Jarek volteó su rostro y volvió a su posición inicial, mirándola con esos ojos que la podían ver desnuda, atravesaban cada capa de su ser hasta llegar al centro y verla como realmente era- ¿puedo pedirte algo?

- Sí, lo que sea- sonó seguro y a la vez muy calmado, entonces alzó su rostro y lo sostuvo con su mano para separarlo del sillón, mientras que con la otra mano jugaba con los papeles en el piso.

- Si las cosas no salen bien, no mires atrás. Olvídame. No quiero que vivas con el recuerdo de un corazón roto.

- Iwona yo...- quiso refutar pero ella ya se hallaba de pie frente a él.

- Y si no lo puedes aceptar como una petición de una amiga, entonces tómalo como una orden de tu reina- y con eso la conversación se acabó, ella había desaparecido incluso mucho antes de que pudiese pensar en una respuesta para eso.

A la mañana siguiente un gran ruido sacó a la reina de la cama, eran personas y discutían. No sabía en qué momento había salido de la cama, pero recordaba el lugar congelado que había dejado en ella, estaba empeorando con rapidez y quizás, no, estaba segura de que le quedaba poco tiempo para o perder el control o congelarse ella misma. Para cuando dejó de pensar en eso se encontraba cerca de la entrada principal, de donde venían los gritos, y antes de estar bajo el umbral para encontrarse con Jarek y sus soldados que lo acusaban de estar embrujado, ella ya sabía que perdería el control. Sus manos ya no eran frías, emanaban frío, parecía que pronto volvería a tener un arranque mágico.

Jarek se fijó en ella y para cuando intentó acercarse ella hizo que crecieran picos afilados de hielo desde el suelo, y cuando volteó a verlo su cara era totalmente inexpresiva pero en su mejilla había una lágrima congelada. Los soldados intentaron llegar a ellos pero ella hizo crecer muchos picos a su alrededor haciéndolos parar dándose tiempo de acercarse a Jarek, quien no podía mover un dedo o seria asesinado por las afiladas púas. Ella le besó y pronto vieron como los picos se venían abajo hechos pedazos, y el príncipe observó cómo sus soldados rompían el hielo a golpes con sus espadas pero ella los reconstruía con mayor gracia, y luego llegaron las intenciones de su arquero que no dudo en darle un golpe final a la reina. La flecha iba directo a su corazón, pero Jarek se interpuso entre ambas y fue a parar en su espalda.

El príncipe cayó al piso y la reina no dudó en lanzarse sobre él, no quería herirlo, solo quería apartarlo de todo el asunto pero la flecha estaba en su lado izquierdo. Pudo matarlo. Y rápidamente sacó la flecha y con un último esfuerzo usó la magia para retirar todas las púas y cubrir su herida, pero al terminar simplemente se desplomó sobre él. Estaba cansada, agotada. Y hace un par de meses podría haber hecho todo eso sin siquiera sudar pero ahora podía sentir por la muerte se acercaba lentamente a ella.

La Reina de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora