Para cuando la tarde de ese día llegó ya habían pactado un trato con los capitanes de las tropas de Wiatr, se haría la paz pero para obtenerla necesitarían de su ayuda. Se les pidió que informaran a su reino que habían tomado un país pero que tomarían otro para asegurar la victoria lo que les tomaría un par de días, justo como su estrategia indicaba, esa misma tarde recibieron ayuda para ir de regreso a la isla, en un pequeño barco y con dos nuevos tripulantes, Iwona y Gerik decidieron ir personalmente a la isla pero tras recibir la negación de la junta, lo hicieron sin pedir permiso. Les tomó cerca de tres días arribar a las costas de Wiatr y llegar a la capital, la llamada ciudad de los vientos a lo que Gerik le explicó antes de llegar porqué ese nombre, la ciudad tenía estructuras airadas y muy abiertas contando además de una gran frescura durante todo el año. Apenas arribaron los dos se escabulleron hacia el castillo, se infiltraron en él y corrieron con la suerte de que algunos no deseaban a su rey, querían paz. Así que guiaron a los dos hasta el lugar donde se encontraba el rey y se aseguraron de que nadie interfiera con ellos. Se encontraban en una especie de balcón abierto, la estructura era blanca como un mármol, de los pilares caían muchas plantas enredaderas, pero al rey lo hallaron en medio del balcón disfrutando de la vista y un té.

- Ya te habías tardado Gerik- su voz era simple y calmada pero llena de odio era como un veneno.

- Ríndete Bartek, ya no hay salida- contestó Gerik deteniéndose frente a él.

- ¿O que harás?, ya no eres tan fuerte como antes- lo retó y pronto se levantó de su sitio.

- Iwona necesito que te vayas de aquí.

- No lo haré, me quedaré hasta el final.

- Te están ofreciendo un buen trato niña tonta- replicó el rey y caminó hasta el borde para apoyarse en la balaustrada dándole la espalda a la vista- o deseas ver como me deshago de tu inútil padre.

Y tan rápidos como el viento comenzaron a blandir espadas frente a ella, fue una batalla dura y quiso intervenir pero sabía que esa no era su batalla, se había convencido de ello. Entonces la espada volando fuera del balcón llamó su atención, Gerik estaba desarmado.

- ¿Algunas últimas palabras hermano, o prefieres romper a llorar por tu hija como lo hizo Aleska?- Gerik se removió con fuerza bajo su agarre, ese nombre, él había asesinado a su madre.

Iwona no pudo fijar el momento o el instante, pero algo se apoderó de ella, y cuando estuvo consciente de ello ya había golpeado a Bartek con fuerza separándolo de su padre, y había conjurado un arma y comenzó a blandir contra él, y tras un hábil movimiento lo había desarmado, estaba indefenso, con una espada presionando en su garganta.

- No- la detuvo Gerik, él sabía que lo quería asesinar.

- Él mató a mi madre y creó ésta estúpida guerra, debería morir.

- Así es, pero tú ya no mereces más sangre en tus manos.

- Dime, ¿qué habría hecho mi madre?

- Obedecer.

Entonces lo supo todo, había caído en una trampa, había dejado que Bartek se adentrase en su mente y le había dado la oportunidad de controlarla, de ver sus debilidades. Al volver a la realidad, no podía moverse, observó como Gerik y Bartek comenzaban su danza de metal, hasta que después de unos hábiles movimientos Gerik terminó por sostener su espada con la punta clavada sobre el pecho de Bartek.

- Púdrete- le dijo al rey antes de clavarle la espada en el pecho.

Cayó al suelo cuando Gerik retiró la espada y luego la sangre comenzó a salirse de su cuerpo haciendo un charco.

La Reina de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora