DOS

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Las primeras horas de clases pasan rápido. Solo hacían apuntes sobre la forma de revisión de cada uno de los profesores, ellos les daban a entender su modo de enseñanza.
Nada del otro mundo.

Tocó el timbre y los estudiantes salen apurados.
"¿Qué está pasando?", piensa Erik.

Se preguntaba si habría algún anuncio en especial, así que, decide seguirlos. Y llega a un punto donde todos se amontonan por algo que parece ser las listas de las actividades extracurriculares.
Todo muy raro, a su parecer.

— ¡Erik! —apareció Emma saliendo de entre la multitud.
— ¿Qué hacías? —dijo sorprendido— Inscribiéndome en el equipo de danza, obvio. —el rubio pone los ojos en blanco por la forma en cómo su mejor amiga lo dice.
— Esto no puede ser posible —ríe.
— Si te apuras, puedes alcanzar por un cupo en el equipo de fútbol. —le dijo, jalándolo en dirección a las listas. Él se zafa de su agarre y se detiene.
— No, ya no es necesario. —ríe una vez más.
— Bueno, pensé que... —confundida y apenada.
— No, no importa. Ya me anotaré otro momento. —le sonríe.

Ambos se dirigen a la cafetería para recoger su almuerzo y luego ir a comer a las gradas del campo de atletismo. Ahí hay menos personas, según ellos.

Ya iban a subir a las gradas cuando...
— ¡Hey, Durm! ¡Pasa el balón!
¿Balón? El castaño baja la mirada y se da cuenta que el esférico está justo bajo sus pies.
— ¿Vas a pasarlo o qué? —alzó la mirada, encontrándose con la del capitán del equipo y quien es el más popular de la escuela, Mario Götze, que lo está llamando.
"Bueno, pues, aquí vamos", pensó.

— Va a terminar el recreo y aún no lo has pasado. –se burlan sonoramente los demás.

Durm tomó impulso y pateó el balón, que para su sorpresa, fue tanto la fuerza que empleó que logra un efecto y hace que se desvíe hacia el arco.

Tantos entrenamientos en verano están mostrando sus frutos.

Y los del equipo dejaron de reírse.

"¿Cómo hizo eso? ¿Durm? ¿El Durm que toda la secundaria conoce?", se preguntaban todos los jugadores mirando sorprendidos lo que acaba de pasar.

— ¡Durm, ¿cierto?! ¡Ven aquí, hijo! —gritó el entrenador del equipo y que además es el profesor de Educación Física (o de Gimnasia, como prefieran llamarle).
— ¿Voy, qué? —balbuceó incrédulo.
— Erik, Erik, ¿qué esperas? Anda, ¡rápido! —le dijo Emma y dándole un pequeño empujón.

"Mis pies de nuevo comienzan a moverse solos, debería dejar de caminar. Esto es serio", piensa.

Él estaba bajo la mirada atónita de todos los estudiantes que se encontraban en el campo. Puesto que éste se acerca al entrenador con algo de temor.

­— Durm. —colocó su brazo izquierdo sobre el hombro del chico— ¿Has pensado en unirte al equipo?

El capitán Götze abre los ojos como platos; estaba observando de lejos y de brazos cruzados.

— ¿Qué? —suelta Götze que decidió intervenir —Pe-pero no puede unirse. No está en la lista. —apuntando con el dedo hacia la lista de cotejo que sujetaba el entrenador en su brazo derecho— Y...y las pruebas son al final de clases. No ahora.

— Sí, muchacho, eso lo sé. Pero hay excepciones. Además, ¿ha visto cómo pateó el balón? Usted fue el primero con esa técnica. Ahora Durm es el segundo que lo hace. ¿O acaso no recuerda sus inicios, capitán? —le dice alzando una ceja.

— Yo... —el chico bajito, sin palabras para refutar, exhala profundamente— Bien... Está bien. Supongo que bienvenido al equipo, Erik. —de mala gana le estira su brazo para sellar el trato.

Erik, por su parte, sonríe y sella el trato con un apretón de manos.
Por más que fuera algo difícil de creer, esto le ha alegrado el día, la semana, el mes, el año.

Pero lo que no se imagina es que esto es solo el comienzo.

Nur ein Wort  ─ 〔Erik Durm〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora