TRES

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Toca el timbre. El receso se ha acabado.

Durm camina por el pasillo junto con Emma y nota miradas extrañas por parte de los estudiantes.
Se limitaba a dirigirse a su próxima clase.
— ¡Erik, amigo! —de pronto escucha que se acerca su mejor amigo, Matthias Ginter, un chico de piel tan blanca como la nieve.
— ¡Matze, hermano! —le sonríe y hacen un típico saludo de amigos— ¿Qué tal?
— Excelente, bro. Hay un rumor tuyo, se ha esparcido por toda la escuela. —ríe, haciendo gestos relajados.
— ¿Qué rumor? —en cambio a Durm se le borró la sonrisa de su rostro y tragó saliva.

No quiere que sea lo que está pensando.

— El que dicen que has entrado al equipo de fútbol por un tiro libre increíble. Es una locura, ¿no? —ríe aún más fuerte.
— Ehm... Matthias, yo... —el castaño se rasca la nuca, está nervioso.
— Erik... —suelta una carcajada, no puede más— por poco me lo creía. —y se ríe más fuerte, hace como si se limpiase lágrimas, pero nota que Erik no se está riendo y para de reír— Oh...

— Y es así como me uní al equipo. Curiosa historia, eh. —jugando con el bolígrafo.
— Sí. Amigo, ¿no habrá una cámara secreta o algo por el estilo? —dice y mira a varios lados como si estuviera buscando algo.

— Matze, mañana a primera hora sale la lista con los seleccionados. Si en verdad fui aceptado, estaré ahí. - le dice algo molesto, inclinando su cabeza en dirección de su mejor amigo, quien ya se encontraba sentado en el pupitre de al lado.

Le costaba admitir, pero estaba preocupado si no estaba en lista como el entrenador le había dicho. Estaba muy feliz por entrar al equipo y no quería que solo fuera una vil mentira.

— Muy bien, clase. En este semestre de clase de laboratorio en Química, se tiene que trabajar en parejas. Y por ser el inicio de clases, los dejaré escoger por afinidad. Solo asegúrense de escoger bien, porque equivale a una buena parte del puntaje en el curso. —dijo un profesor alto, de cabello blanco por la edad, caminando por todo el salón— Y... —se detiene al lado de Ginter— Cambiaré de parejas cuando vea conveniente. —le dirige una mirada de advertencia al rubio.
— Como usted diga, Lavoisier. —susurra éste. Erik ríe por lo bajo ante la escena y la referencia.

Él ya sabe a quién elegir, voltea para ver a Emma que se encuentra en la antepenúltima fila, pero...

— ¡Hey, Erik! —una chica castaña y de piel algo bronceada que estaba sentándose detrás de él lo está saludando para llamar su atención. Él la mira entre confundido y sorprendido. Y no es para menos, ya que, se trataba de una del grupo de los populares: Tessa Berkeley, la "señorita perfecta".
— ¿Te gustaría ser mi pareja en la clase de laboratorio? —mostrando una amplia sonrisa mostrando sus hoyuelos.

"¿Ahora qué hago?", piensa el castaño.

Cuando se da con la sorpresa de que Emma ya había elegido pareja. Una de sus amigas más cercanas, bufó.
— Ehm, sí. Sí, claro. —le responde sin importancia a la chica de hoyuelos y le muestra una sonrisa.

Suena el timbre que anuncia el final del primer día en clases.
Erik estaba un poco desconcertado porque Tessa era la Presidenta Estudiantil y él era un simple estudiante, casi ni se dirigían la palabra.

"Aquí hay gato encerrado", piensa.

Llegando a casa y después de almorzar, me dirijo a mi escritorio para avanzar con las primeras tareas que dejaron para no retrasarme con los cursos, dijo eso nadie nunca.

Bueno, me encontraba en la sala y empecé a revisar mi móvil, sin alguna novedad. Y que terminó por algún extraño motivo conmigo mirando a la nada.

— Hijo, algo te preocupa. —escuchar eso de mi mamá me exaltó.

— ¿Desde hace cuánto estás ahí parada? —pregunté, quería saber la duración de ese lapsus, qué vergüenza.

— Lo suficiente como para saber que algo te preocupa. —bufé— ¿Es por tu hermano?

Negué rotundamente con la cabeza. Friedrich no tiene nada que ver con esto. Es más, debe estar más que feliz en su primer semestre como universitario. ¿Quién no? Pero, en fin, el interrogatorio no terminó ahí.

— ¿Son las materias de la escuela? —negué otra vez— Entonces, ¿es por una chica? ¿Tienes una cita? ¡Es con Emma, ¿verdad?! —exclamó muy alegre.

— ¿Qué? ¡No! Shh, ¡mamá! —mis mejillas se pusieron coloradas, como si mi cara nunca lo estuviera— No es eso.

— Es una lástima. Me agrada Emma, es una buena chica. Bueno, su familia siempre ha sido amables desde que llegamos. Y ya no eres un niño, eres un adolescente.

— ¡Mamá! —dije en típico tono adolescente.

—Tampoco tienes que pedirme permiso para invitar a alguien a salir, solo a esa personita especial. —murmuró.

— Oí eso, eh. —ella rió.

— Perdona. Entonces, ¿qué te preocupa? Dime, es mi debe como madre escuchar tus dudas.

— Ehm, pues yo tuve un día raro Emma quiso que me inscribiera a las pruebas del equipo de fútbol, pero le dije que no–

— ¿Por qué no, Erik? Tu padre pagó esas clases de fútbol, soccer o como sea que se llame, porque te gusta jugarlo y te apoyamos en eso.

— Mamá, lo sé, pero no me sentía seguro, es decir, aún no me siento seguro. Como sea, el asunto es que estábamos en la pista de atletismo, esa que tiene el campo de fútbol, cuando el balón lo encuentro a mis pies y me lo piden, entonces lo pateo y juro que debió ser todas esas lecciones en una demostración porque el tiro salió perfecto.

Vi el rostro de mi madre ese momento y sus ojos brillaban de orgullo. Debo sentirme afortunado que mis padres me apoyen en mis aficiones, me gustaría que lo mismo pasara con Emma.

Otra vez pensando en Emma, Durm. Basta y sigue contándole lo que te está inquietando, después resolvemos lo otro.

— Y me llamaron del equipo porque estaban impresionados, lo cual es una locura porque yo no sorprendo así a las personas, nunca–

— Ya vi tu problema. Erik, deja de menospreciarte. Confía en ti y verás que lo que decidas hacer con el equipo de fútbol estará bien. —estaba sorprendido y ella tenía razón— Si te llaman para realizar la prueba, anda. No pierdes nada intentándolo, ganas experiencia y si no es en esa oportunidad, entonces será a la siguiente, pero al menos sabes cómo es. No te sientas inseguro, siempre habrá una primera vez para todo.

Mamá, creo que ya estoy dentro del equipo y tu consejo literalmente aplica para todo, quise decirle, pero terminé respondiéndole:

— Gracias, necesitaba escuchar eso.

— No hay de qué, cariño. Solo procura no quebrarte nada. —se ríe, para darme un beso en la frente y continuar con lo que estaba haciendo.

Gracias, mamá.

Nur ein Wort  ─ 〔Erik Durm〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora