Capítulo 1

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—¿Qué piensas, cariño?—la emoción en la voz de Sam Evans era inconfundible para su esposa, Brittany.

Ella sonrió, ante la expresión de niño pequeño en su cara, abriendo y cerrando los ojos verdes.

No era terriblemente a menudo, que él pidiera su opinión sobre algo que estaba buscando para comprar, pero por alguna razón, realmente quería que estuviera tan enamorada de la casa del lago, como lo estaba él.

Era importante para él.

Esperó, mirándola fijamente.

Brittany había quedado encantada con la casa, pero no quería mostrar demasiado pronto sus sentimientos, así que fingió reflexionar, y vagar lentamente alrededor.

Dio una vuelta, en un círculo informal, por el amplio salón, y se detuvo a mirar, desde el suelo hasta el techo.

Las ventanas ofrecían una vista impresionante del lago Canandaigua. Las olas lamían suavemente la orilla del patio, que estaba impecable.

El jardín, la hierba eran de un exuberante verde casi imposible de encontrar en esta temprana temporada.

Sobre su cabeza podía ver las vigas de madera, lo que acentuaban el alto techo y el dibujo de los ojos de la barandilla de la buhardilla que daban al gran salón.

Estaba igualmente impresionada con el diseño abierto del dormitorio principal y de los invitados, acentuado con la misma madera que las vigas del techo.

A su mente, llegaron diferentes ideas de pintura y decoración.

Sabía que, si no le gustaba la casa, Sam probablemente la acabaría por comprando de todos modos, pero ella estaba contenta, ya que parecía ansioso por conocer su opinión.

Brittany sonrió de nuevo.

—Creo que es hermosa—pronunció.

Sam dejó escapar un suspiro de alivio y la abrazó, capturándola con la guardia baja. Se volvió hacia Spencer, su primo y agente de bienes inmuebles, y le sonrió.

—Ella piensa que es hermosa.

—Por supuesto que sí—Spencer respondió con facilidad—Vamos a hacer el papeleo, ¿de acuerdo?

Mientras los dos hombres se dirigían a la cocina, donde podrían utilizar el espacio en el mostrador para escribir, Brittany abrió las puertas corredizas de cristal y salió a la terraza trasera.

Estaba vacía, por eso parecía tan grande.

La casa había sido vaciada hacía poco más de una semana, después de la muerte de los ancianos, anteriores propietarios.

Apoyó las manos en la barandilla, cerrando los ojos, e inhaló hasta llenar sus pulmones, con el aire fresco del lago, tan diferente del de la ciudad.

Así que esta va a ser nuestra casa de verano.

No está mal.

No está nada mal.

Sam había querido una casa en el agua, durante mucho tiempo, y de mala gana admitió, a sabiendas de que era más un símbolo de estatus social, que cualquier otra cosa para él.

Habría que añadirla a la lista de las cosas materiales que había adquirido, antes de cumplir los treinta años: el mercedes, el barco, la membresía en Oak Hill, el club de golf más exclusivo de la zona, una enorme casa en el corazón de Pittsford, uno de las zonas más ricos de Rochester, en Nueva York.

Despreciaba todo aquel dinero.

Había pasado sus veintinueve años, justo en el medio de él, pero odiaba ser ricos.

La esposa del vecino- adaptación brittana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora