Capitulo 10

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Hacía frío, y estaba nublado, antes del inicio de su primer partido de voleibol.

Brittany llegó a la playa muy temprano, sabiendo que necesitaría hacer una gran cantidad de estiramientos.

A pesar de que había estado practicando con el equipo, todavía se consideraba a sí misma bastante oxidada.

No quería sufrir ninguna lesión grave.

Además, necesitaba todo el tiempo posible, para calmar las mariposas revoloteando en su estómago.

Estaba terriblemente nerviosa.

Se habían colocado tres tribunas, justo en la playa, cada una con una torre de madera en la que el funcionario correspondiente haría de árbitro.

La arena era suave.

Parecía limpia y acogedora.

Recordó la advertencia de Santana, de no fiarse de ello.

A pesar estar limpia y lisa, seguía siendo arena de playa y siempre podía haber objetos extraños enterrados.

—Dios mío—murmuro una oración—Si puedes, me gustaría mucho que no pisar vidrios rotos.

Cuando se sentó en la arena para estirar sus músculos, se dio cuenta de que había varios jugadores, que parecían ser tan nuevos como ella, y se preguntó quienes estarían jugando.

Había un par de mujeres, que golpeaban una pelota, de un lado a otro, entre ellas, con suficiente competencia como para parecer que sabían lo que estaban haciendo, pero no tanto como para parecer amenazantes.

Las dos jóvenes, en la mitad del patio, eran otra historia.

Una de ellas estaba gruñendo, con ira, cada vez que golpeaba la pelota en el suelo.

Uff. Espero que no juguemos hoy contra ellas, pensó con temor.

Santana le había asegurado que la liga era estrictamente recreativa, y que estaban ahí para divertirse.

Eso, por supuesto, no era garantía de que sus competidores pensaran lo mismo.

Apartó los ojos de la mujer gruñendo, y se concentró en sus estiramientos de hombros y espalda. Ambos podrían ser áreas problemáticas para ella, ya que lo habían sido en el pasado, y lo último que quería era salir con una lesión durante su primer partido.

Cuando pensaba que ya había estirado lo suficiente, se estiró un poco más, sólo para estar segura, y esperó a que sus compañeros de equipo llegaran.

Quinn fue la primera.

—Hola, extraordinaria jugadora—saludó con una gran sonrisa.

—No me des mala suerte—la regañó.

Quinn rió.

—No te preocupes, cariño. Vas a jugar muy bien.

Se apartó un mechón de su pelo rubio corto, detrás de la oreja, y sacó de su bolsa de deporte una botella de agua de color amarillo brillante, sellada con el logotipo de Kodak.

—¿Dónde están Rachel y Beth?

—Nuestra sección de animadoras estará aquí en poco tiempo. Toda la tarde, es un poco largo para Beth, así que Rach la traerá más tarde. Así podrán quedarse hasta el final, y Rach puede ver cómo lo hacemos. Prefiere ver el final que el principio.

—No la culpo. ¿Ella no juega?

—Ya no.

Brittany detectó un dejo de tristeza en la voz de Quinn.

La esposa del vecino- adaptación brittana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora