Hogwarts de Cierta Magia

Capítulo 12 El dragón de fuego fuera de control

　Después de que todos entraron en el Pabellón Gulin, dos hadas les hicieron una reverencia y los condujeron al alto salón de mármol.

　　Aproximadamente un centenar de hadas estaban sentadas en taburetes altos detrás de una larga fila de contadores. Algunas usaban balanzas de cobre para pesar monedas y otras usaban oculares para verificar gemas, mientras garabateaban en un gran libro de contabilidad.

　　Hay innumerables puertas en el pasillo que conducen a diferentes lugares, y muchas hadas guían a las personas dentro y fuera de estas puertas.

　　Varias personas caminaron hacia un duende mayor que estaba examinando una moneda de oro gruesa a través de la lente.

　　? El duende arrojó la moneda de oro a un lado y saludó a William.

　　Obviamente, con William recibiendo la medalla Merlin, ha ganado mucha popularidad en el Reino Unido.

　　"Necesito instalar una bóveda privada", dijo William directamente.

　　"Oh, no sé qué precio va a pagar el Sr. Stark" El duende se puso de pie, su tono se volvió más entusiasta.

　　"Nuestra bóveda de precio más bajo aquí solo necesita doscientos galones, una ligeramente mejor necesita seiscientos galones, un poco más cara mil galones, o incluso dos mil galones ..."

　　Ya ha descubierto los detalles de William, sabiendo que la medalla Merlin Clase II solo otorga dos mil galones.

　　"Entonces el más barato", dijo William con indiferencia.

　　Solo tiene dos mil galones, y no puede hacerlo tan caro, después de todo, el dinero tiene que gastarse en el cuchillo.

　　"Está bien." La actitud de servicio del viejo hada es muy buena, y no hay una ligera mirada porque William maneja la tesorería más barata.

　　Le entregó una pequeña llave dorada y dijo: "Sr. Stark, por favor, venga conmigo, lo llevaré a su bóveda".

　　El viejo duende los condujo a través de una puerta, que era un estrecho corredor de piedra, brillantemente iluminado por antorchas encendidas.

　　El corredor de piedra es una cuesta abajo empinada con un pequeño ferrocarril debajo. El goblin hizo sonar un silbato y dos carros se precipitaron hacia ellos por la vía del tren.

　　La multitud se dividió en dos equipos y se subió al carro. Inmediatamente se apresuraron a un lugar más profundo bajo el suelo. Después de pasar un lago subterráneo, enormes estalactitas cayeron del techo de la cueva y enormes estalagmitas crecieron en el suelo.

　　Galoparon hacia adelante a lo largo del laberinto de pasillos serpenteantes, y el carro que hacía clic parecía conocer el camino, y no había necesidad de que un goblin condujera.

　　El aire helado pasó zumbando, haciendo que todos fueran incapaces de abrir los ojos.

　　William apretó su varita y la empujó tres veces seguidas Un parabrisas apareció frente a varias personas.

　　El goblin no parecía afectado por el viento frío y miraba al frente sin pestañear, con ojos tan grandes como bombillas.

　　William quería preguntar: ¿Por qué no mantienes los ojos secos si no parpadeas durante tanto tiempo?

　　El coche condujo durante unos veinte minutos y varias personas se detuvieron frente a una puerta. El viejo hada insertó el cuerpo de la llave dorada en el orificio de la cerradura y luego lo empujó lentamente, metiendo todo el cuerpo de la llave en el orificio.