Secreto a voces

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Los días seguían pasando y las clases podrían decirse que eran relativamente normalmes, pues además de las importantes por las que estábamos aquí, las clases comunes que cualquiera de nosotros debería tomar, eran solo eso, clases.

De cierta manera me sentí agradecida con mi familia pues algunas cosas de la educación en casa aún las recuerdo y las materias se me hacían más sencillas, lastimosamente no recordaba todo y aún había montones de cosas que tenía pendientes por repasar. Por fortuna veía como nadie estaba por su cuenta, dentro o fuera del campo de batalla podíamos contar los unos con los otros.

— Hey, Yuji ¿Tienes la tarea de ayer? La verdad no entendí nada. –

— ¿Había tarea? – Me respondió con una mirada confundida y cómo no, si ya comenzaba a notar la falta de interés suya con respecto a ciertas materias.

Después de nuestro incidente de días anteriores, pudimos tomar un tiempo para hablar y el aceptó mis disculpas como si realmente no hubiera sido algo tan importante a pesar de haber intentado matarle. Independientemente de todo, por fin pude respirar con tranquilidad al resolver el conflicto con él.

— Jaja, no te preocupes. Iré a investigar con alguien más, deberías de hacer lo mismo. – Sin pensármelo mucho, di media vuelta para irme pero sin querer terminé por chocar contra cierta superficie medianamente suave.

— Jaja, con un pasillo tan amplio terminaste chocando conmigo. Deberías ser más cuidadosa. – Y ahí nuevamente se encontraba frente a mi, Satoru Gojo, tomando tanta confianza como acostumbraba y terminando por quitarme la libreta de las manos.

— Lo siento profesor, pero ¿No cree que en un pasillo tan grande también pudo detenerse en alguna otra parte? –

— No, creo que no. – Su mirada se volcó a los apuntes de la página que permanecía abierta, apuntando el problema que ahí se encontraba. — No está tan complicado, solo sustituye el 2 por la x y al pasar el signo de igual, este número pasa multiplicando por que originalmente divide. –

— Vaya, para ser únicamente profesor de hechicería no está mal. ¿Porqué no das clases normales también? – Me devolvió la libreta y después de echarle un rápido vistazo, verifiqué la información.

— No tengo licencia, pero puedo ayudarles si quieren. – Antes que decirle nada, volteó su mirada al fondo del pasillo y saludó a alguien. — Aunque tendrá que ser en otra ocasión, tengo visitas. –

Al ver corriendo al peliblanco, tanto Itadori como yo, terminamos por voltear a ver quién era la persona que misteriosamente iba a visitar al mayor.

— ¡Nanamiiiiii~! – Gritó mientras se abalanzaba sobre un hombre elegante de cabellos rubios para darle un abrazo, pero terminó encontrándose de cara al suelo, pues el objetivo se había quitado justo antes de recibir el impacto. — No tienes que ser tan malo conmigo ¿En serio no me extrañaste nada? –

— Pues tu me llamaste para hablar y hasta ahora tengo un rato libre. Más te vale no desperdiciar mi tiempo. –

— No, no, mejor acompáñame y tomemos algo. – El severo hombre terminó por dejarse abrazar por el contrario mientras parecían ir en dirección a las habitaciones.

— ¿Sabes quién es ese? – Pregunté al menor que aún seguía al lado de mi, entretenido mientras veíamos la escena.

— Es otro chamán, amigo del profesor Gojo y ha habido veces en que nos acompaña a misiones. –

— Vaya... – ¿Le había hablado para algún trabajo por hacer? Aunque hasta dónde sabía, ahorita no había ningún caso por resolver. La curiosidad me picaba intermitente, era extraño verle con alguien más además de los alumnos.

Fuck... ¿me voy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora