La despedida

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Sentía dolor.

Sentía tristeza.

Sentía desesperación.

Sentía desolación.

Sentía Sentía Sentía

Se sentía solo.

Eso es lo que Lan Wangi sentía en ese lugar oscuro en el que se encontraba.

No había luz del sol, ni aquella risa que le traía la alegría más pura a su adormecido corazón, era como si estuviera vacío y a la vez desbordándose.

No tenía sentido pero así se sentía, y por un momento no recordaba porque estaba ahí, él estaba en la cueva con Wei Ying, así que, ¿porque ya no estaba con el?

Nada de esto tenía sentido y sin embargo por alguna razón las ganas de llorar y el nudo en la garganta solo empeoraban.

Estaba a punto de llamar a su hermano en medio de la desesperación pero se detuvo, no sabía porque, pero el pensar en él solo hizo que la presión de su pecho empeorará y su corazón se comprimiera hasta asfixiarlo.

Se sentía traicionado.

¿Por qué?

Su hermano no había hecho nada, siempre lo apoyaba, lo protegía, y sin embargo otra vez sentía que se olvidaba de algo, algo muy importante, pero en medio de toda esa oscuridad no lo recordaba.

Pensó en su tío, pero el recordarlo solo logro que retrocediera de dónde se encontraba parado, como si temiera que él se acercará.

Se sentía asustado.

Como si regresara a ser ese niño pequeño y tímido que se escondía detrás de su hermano, preguntando cuando podrían volver a ver a su madre o pidiendo permiso para verla en su cumpleaños aunque no concordara con la fecha de visitas programada.

¿Por qué?

¿Que estaba olvidando?

Observo sus alrededores pero no consiguió la pista que buscaba.

Y de repente un dolor fuerte, agudo lo golpeó desde su espalda como si la tuviera destrozada, y recordó, recordó todo.

Y despertó.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue su almohada, estaba acostado boca abajo, sintió la espalda adormecida y el fuerte aroma a medicamento se podía oler en el aire.

Sus ojos le ardían, incluso después de despertar todavía podía sentir el nudo en la garganta y la opresión en el pecho.

Admitía que no era muy expresivo pero dentro era como si una tormenta de emociones se desatará en su interior, el miedo al sentir el látigo caer en su cuerpo, la profunda tristeza al ver la decepción inundar los ojos de su tío.

Todos los recuerdos lo inundaron, y se sintió enfermo, tan impotente, tan vulnerable, no se había sentido así desde que había perdido a su madre.

Sin querer y por instinto termino llamando al alfa con quién había hecho un lazo, pero por supuesto el no acudió, o mejor dicho no pudo acudir.

La última vez que lo había visto fue cuando lo dejo en el monte Luazang después de la pelea que tuvo con los ancianos de su clan; el recordar la última y única palabra que le dedicó fue lo último que necesito para sollozar dejando salir algunas lágrimas, el dolor de su espalda no era nada comparado al dolor de su corazón.

Y aún así quería verlo.

No podía dejarlo así, aún con el rechazó tan contundente que recibió no podía no saber cómo se encontraba, ¿Curo sus heridas? ¿Protegió al resto de los Wen? ¿Las sectas atacaron?

La caída de un solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora