Retorcidos anhelos

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En Gusu Lan las cosas nunca fueron tan puras cómo se aparentaba.

Ciertamente había personas como ese mocoso de Qiren que seguían las reglas de la secta y creían en la moral, y por el otro lado, estaban las personas como él que siempre buscaron explotar el verdadero potencial de la secta.

Llevarla a como debía ser.

Era con esas justificaciones que Lan Yiho llevaba a cabo sus actos.

Él nunca se creyó malvado, simplemente hacia lo que se tenía que hacer; ya no eran los tiempos antiguos dónde la paz prosperaba y el inútil de su ancestro Lan An desperdiciaba sus recursos en gente sin futuro.

Porque desde su punto de vista, no había razón para apoyar a simples campesinos del mundo mundano.

Fue con esa mentalidad que hizo todo lo que creyó necesario.

Desde reunir ancianos que piensen como él, para encontrar una manera de mejorar su hogar.

Hasta pedirle a su mejor amigo que diera su vida por el bien de la secta con la intención de derrocar a Qingheng-jun y su rama de la familia.

Lo que hubiera funcionado, si no fuera por ese maldito mocoso.

Frustrado al recordar los acontecimientos pasados, Lan Yiho se levantó del asiento en el que se encontraba dentro de sus habitaciones para comenzar a caminar por el cuarto.

Estaba harto de siempre estar a punto de conseguir sus objetivos para que en la recta final apareciera Lan Qiren arruinando todo.

Primero con el asunto de esa mujer, todo iba viento en popa hasta que ese mocoso metió la nariz en dónde no le llamaban, incluso cuando había logrado que renunciara a sus derechos de herencia, se logro hacer con el puesto de líder de secta interino, por supuesto se la cobro, tomando ventaja de ello para sellar su cuerpo.

Y sin embargo, seguía encontrando la manera de entorpecer su camino.

Su hijo era alguien digno de liderar la secta, tenía la visión y el coraje.

Pero en su lugar estaba el ingenuo de su sobrino nieto, el cual por cierto era un ignorante de las líneas de sangre.

Si algo tenía que reconocerle a Lan Qiren era su capacidad de crianza y su facilidad para ocultar las cosas.

De no ser por los rumores que hasta hace poco estallaron, ni siquiera él se habría enterado de que el Patriarca Yiling asistió a las clases que ofrecía Gusu Lan cada cierto tiempo para los herederos de secta.

Lo cual vio como otra oportunidad, la cual como era de esperarse Lan Qiren frustró.

Era inconcebible como era capaz de obtener tantos seguidores con lo incapaz que era su sobrino en la política.

Si, lo admitía, lo gemelos Jade de Lan eran extraordinarios en combate, cultivo, inteligencia, estrategia, apariencia y modales.

Pero cuando se trataba de sociedad eran un desastre, el mayor era tan ingenuo que si le decías que el cielo era rojo con las palabras correctas se lo creería, el menor con suerte pronunciaba más de dos palabras si no es que apenas te dirigía la mirada.

Era irritante como esa clase de personas que a lo mucho servían como segundos al mando eran realmente líderes.

Y eso es lo que lo hacía hervir en ira.

Ira que dejó salir en el incidente de Lan Wangi en la Ciudad sin noche y posteriormente en la cueva.

Estaba tan cerca de lograr deshacerse de una de las espinas en su costado más irritantes, pero como era de esperarse, ni siquiera pudo saborear la victoria cuando ese defectuoso delta se interpuso en su camino.

La caída de un solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora