Capítulo 1

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La evolución había llegado. Los científicos lo aseguraron y se confirmó. Nuevos miembros llegarían inesperadamente, en cualquier mes, año, o incluso siglo, a este mundo. Maleburg se había convertido en un mundo mágico, aunque los habitantes "normales" seguían habitando en él. El agua fue, por primera vez, habitada por seres que no eran animales. Los tritones. Debajo del mar había ciudades, de entre ellas, Atlantis. Gobernaban los poderosos, los "fuertes". Ya lo he advertido. Llegaba la revolución.

A los humanos no les pareció bien esta llegada, invadiendo su mundo, el mundo en el que habían vivido durante siglos. Ahora ellos eran el comercio. Los piratas, que navegaban por el mar buscando zonas habitadas, querían llevarse a esos humanos inteligentes como esclavos, para que trabajasen para ellos y ganar la revolución contra los tritones. No todos estaban en contra, una pequeña parte de los humanos estaba de acuerdo en convivir con los "extraños", como han sido apodados.

-¡A la deriva! -gritó Fecum, el más poderoso de todos los piratas.

Todos le temían a Fecum por ser el mejor, el que gobernaba entre ellos. Era el que tiraba por la borda a sus guardianes si no le obedecían, el que cazaba a los esclavos y les mandaba a trabajar. Fecum era el pirata.

Fuera de todos los nuevos grupos que se formaron, estaban las quejas de los humanos hacia el gobierno, que pedía silencio y calma.

-¿Cómo voy a tener calma si tengo a dos alienígenas invadiendo mi propiedad?

Sí, el gobierno había oído bien, ALIENÍGENAS. Eran de todos los colores, azules, verdes, morados... Y, ¿qué hacían? Pues lo que para ellos era normal: invadir las casas de los humanos.

Los tritones y los piratas han encontrado un sitio para vivir, pero los alienígenas no. Ellos venían del exterior, después de un largo camino, a través de los distintos planetas del universo, llegaron e invadieron a los humanos. Han hecho lo mismo que el resto, pero esta vez, ellos no tenían ninguna propiedad.

Muchos se sabían camuflar entre la multitud quejica de la humanidad, entre ellos estaban Lisa McFloy y su pequeño grupo de amigos. Eran Hugo Isel, Adri Seón y su hermano Joe McFloy. Todos eran magos y brujos. Controlaban el universo entero. También habían hecho alguna "trastada".

-¡Eh! ¿¡Qué le has hecho a mi hija!?-gritó una madre, al ver a su hija ciega después de una pelea con Adri.
-Lo siento. Ya lo arreglaremos.-dijo Adri, mientras todos huían de ella.

Sí. Muchas "trastadas". No siempre han salido bien, necesitaban mucho cuidado con lo que hacían. Sino, podían salir heridos o... muertos.

-Ya van 659 destrozos a la comunidad. Joe, eres muy inteligente, pero a la vez muy torpe, y algún día te puede pasar algo peor.-dijo el director de la academia de brujos.-¿Cuántas cicatrices te han hecho ya?

Joe se encogía de hombros, mientras se apretaba el moflete con la mano, tapando la cicatriz ensangrentada con una gasa.

Entre tantos nuevos miembros, los únicos que "sabían" lo que hacían eran los brujos. Eran capaces de hipnotizar a cualquiera, crear pociones y veneno para dormir a los humanos y algún que otro tritón.

La rebelión había comenzado. Los piratas y los brujos iban en el mismo bando, aunque no todos lo querían así y a veces se atacaban entre ellos. El trato era: los brujos les hacían pociones y veneno para los tritones y así dormirlos y ganar la rebelión, haciéndolos esclavos. Mientras, los piratas les daban a los brujos parte de lo que los esclavos sacasen de minerales. Sin embargo, no eran los únicos con estrategia. Los tritones y las sirenas no tenían compañía de ningún otro miembro nuevo, pero tenían la capacidad y el don de crear tsunamis, lo que les ayudaba a conseguir a los piratas y mandarlos a trabajar. Al final, nadie era el mejor o el peor.

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