Las heridas son de un animal

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Mai x Aang

Los personajes pertenecen a Avatar: The Last Airbender

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|| [OS] Mai intenta no hacer alguna extraña expresión ante su mentira, era obvio que las heridas de Aang no son de un animal, pero es mejor que Ty Lee crea eso, que dar explicaciones... ||

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Mai tamboreo sus dedos sobre la mesa, no le gustaba la palabra que usaba para referirse al veneno de la planta, las opciones que tiene son entre "mortal" o "letal", de todas formas no tenía el suficiente tiempo para corregir su libro; hoy cenaría con Ty Lee para ponerse al corriente.

Ha pasado un largo tiempo desde que hablo con ella, pero esta genuinamente feliz que al fin su amiga encontrara su verdadera vocación y lugar como una Guerrera Kyoshi, no le molesta que ya no tenga todo el tiempo del mundo para estar con ella.

Ambas están contentas con el camino que han escogido.

Empezó a recoger sus papeles y notas de toda su investigación, de verdad no podía creer que cumpliría uno de sus deseos.

― ¡Hola, Mai!―la puerta se abrió con el grito alegre de una chica.

―Ty Lee―no pudo decir mucho, la chica de rosa ya la aprisionada en un abrazo.

― ¡Ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos! ¡¡Te extrañe mucho!!

―Yo también, Ty Lee―respondió lo más dulce que podía su voz, y lo hacía de verdad.

Fue casi un año sin poder verla.

―Tenemos que ponernos al día, necesito saber todo a lujo de detalle.

―Te envíe cartas.

―No son suficientes.

La conversación se vio interrumpida cuando Aang entro a la habitación― ¡Oh! Hola, Ty Lee.

―Aang, es un gusto verte―a pesar que sonaba animada como siempre, parecía un poco incomoda.

― ¿Ya te vas a ir?―pregunta Mai acomodado sus papeles.

―Sí, solo será por unos días, ya me despedí de Tom-Tom y de mamá.

—Que bien, Tom-Tom se pone irritante cuando no lo haces.

—Solo paso una vez ¿Cuándo lo vas a dejar atrás?—cuestionó con ligereza.

—No tuviste que lidiar con él irritado, así que tal vez no lo haga—dijo de forma casi juguetona.

—Esta bien—se rindió ante la pequeña discusión, se acercó a ella, le dio un abrazo y le un pequeño beso en los labios—Te veré en unos días, Florecita~.

Mai acunó una mejilla del monje con su mano—Cuídate, Aang.

Otro pequeño beso en los labios y ambos de separaron, el maestro aire salió del lado del mostrador y se dirigía rumbo a la puerta de salida. Mai no lo hubiera detenido, sino se hubiera percatado las marcas.

El verano se ha enamorado del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora