≻ 04. I love you

613 34 5
                                    


Lana Winters | I love you.

TW: mención a terapia de electroshock y lgbtfobia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

TW: mención a terapia de electroshock y lgbtfobia.

Mi mente se quedó en blanco al salir de la sala de electroshock, estaba tan mareada que a penas podía caminar dos pasos sin chocarme de cara al suelo. Mi cuerpo temblaba y dolía de una manera inimaginable, no podría explicar jamás el ardor que mi cerebro sentía con nada más pensar en algo que no fuera una imagen en blanco.

Los guardias me tiraron hacía mi cama, como si fuera una bolsa de basura siendo arrojada a un contenedor, aunque a ojos de ellos y de toda la sociedad, eso es lo que era.

Una vulgar lesbiana que había compartido su primera vez con una mujer, y no solo su primera, sus veinte ultimas también, hasta que nos pillaron, y el placer dejo de sentirse tan bien.

Mi amante se había perdido entre algún país de Europa, sabiendo que jamás la volvería a ver, aunque ya después de casi un año encerrada en aquel psiciatrico de malamuerte, la había superado. Ya no recordaba su rostro ni sus labios, a cambio de eso recordaba la electricidad recorrer mi cuero y esa canción infernal tatuada en el cerebro.

También la recordaba a ella, una compañera en el averno, sus ojos lograban hacerme olvidar todo lo malo que vivíamos en aquel lugar, su sonrisa me daba ganas de vivir, por ella, por nosotras. La imagen creada por mi ya manipulado y dañado cerebro de un futuro juntas, libres y fuertes adornaba mi mente cada noche, haciéndome seguir aguantando todas las torturas. Si no, ya habría muerto hace tiempo.

— y/n. —una voz parecía alarmada mientras entraba a mi habitación por aquella puerta de metal abierta hasta la noche.— Oh dios mío, otra vez no porfavor. —incluso sin mirarla pude sentir sus ojos acumularse de lágrimas mientras corría hacía mi cuerpo exhausto en aquella cama incomoda.

— Lana... —fueron lo único que mis debiles labios lograron susurrar, sonriendo estrepitosamente mientras intentaba mantener los ojos abiertos para ver a la mujer que me hacía seguir adelante.

— Shhh, tranquila. —la morena murmuró suavemente, acariciando mis mejillas rojas, hinchadas y con algunos pocos hematomas.— Vas a estar bien, solo necesitas descansar un poco. Confía en mi. —miró a la puerta para ver que no había nadie antes de inclinarse y besar mi frente. Un movimiento arriesgado para dos lesbianas encerradas en Briacliff.

— No quiero olvidarte... —logré admitir mientras mi cabeza daba vueltas y mis sentidos oculares empezaban a fallar.

— No lo harás. Nunca lo haces, y/n.
—su tranquilizadora sonrisa logró que dejara de luchar con mi propio agotamiento y cayera en un sueño profundo. Sabiendo en realidad a ciencia cierta que era imposible olvidar a la mujer de la que estaba secretamente enamorada, ni con mil terapias de choque ni cientos de hidroterapias.

Pero antes de dormirme por completo mis labios se tomaron la molestia de susurrar palabras que quería guardar en mi interior, como un secreto que no debe ser revelado jamás.

— Te quiero. —dos palabras que luego al despertar muchas horas después no recordaba haber pronunciado. Pero sabía que había dicho algo mal, lo sabía por la distancia de Lana y la incomodidad notable cada vez que me acercaba a ella. Siempre con una excusa para salir de la habitación y huir de mi presencia.
La terapia de electroshock fue algo que siempre me había afectado de una manera extraña, mi cerebro cansado no podía diferenciar las palabras que en voz alta pronunciaba de mis profundos y sinceros pensamientos. Parecía que estaba ebria, pero con dolores y recuerdos borrados.

Pasaron los días desde aquel momento, Lana ya no se sentaba con Kit y conmigo en la sala común, ahora parecía preferir estar sola, fumando un cigarro en aquel asiento apartado de todos.

Cada vez que la veía podía notar que su cerebro estaba sobrecargado de información, su mirada perdida a la nada y su aferró a aquel palo cancerígeno me lo indicaban.

Le deje su tiempo, tal vez necesitaba espacio, pero mi egoísmo supero a mi paciencia y semanas después me encontraba buscándola por todas las alas disponibles del infierno.
Mi necesidad de estar con ella, de sentirme viva a su lado incluso en aquella vida llena de miseria, era lo único que ansiaba. Fue por eso que puse mis necesidades por encima de todo y acabe decidiendo que le obligaría a darme una razón valida para este cruel abandono que me estaba brindando.

— Lana. —susurre para no asustarla cuando la encontré fregando el suelo en la sala de hidroterapia, nadie más ahí presente.

— ¿Que haces aquí? —suspiró nada más verme, girando los ojos y dejando la fregona en su lugar.— Tengo trabajo en la cocina. —mintió, simplemente trataba de escabullirse de mi presencia de nuevo.

— Necesitamos hablar. —ella hizo caso omiso a mis palabras y se dirigió a la puerta, rápidamente la agarre por la muñeca con cuidado de no hacerle daño.
— Lana, porfavor. No puedo seguir así, me he dado cuenta de lo necesaria que eres en mi vida, si a esto le puedes llamar vida.

— Eso es lo que me da miedo, y/n. ¿No lo entiendes? —su rostro frío ahora se suavizó levemente, mirándome con dolor.

— ¿El que?

— Estas siendo más importante para mi de lo que deberías. Joder, la última vez que me importó alguien tanto me acabo encerrando en este infierno. —sus labios temblaban mientras ella trataba de recomponerse.

— Lana, se que tienes problemas de confianza pero...

— Es más que eso. —la morena interrumpió.— Tus palabras del otro día...
Se que no las decías en ese sentido, pero no pude evitar sentirme tan bien al escucharlas. Por dios, llore al escucharlas. Porque hacía tanto tiempo que nadie me lo decía que había empezado a pensar que era posible no volver a escucharlas jamas. —confesó, las lágrimas ahora mojaban sus mejillas.

— No se lo que dije, pero si lo dije era porque de verdad lo siento. Hablaban mis pensamientos, no mis labios. —intenté tranquilizarla mientras acariciaba sus manos.

— Me dijiste que me querías. —confesó por fin mirando hacía sus pies.

— Y lo hago. —sonreí, levantando su cabeza con mis dedos ahora en su barbilla.— Se que es pronto, estás asustada, tal vez no sientas lo mismo y tampoco este sea el sitio indicado, pero Lana Winters, debes de creerme cuando digo que te amo.

Sin pensar en nada juntó sus labios con los míos con una impaciencia apasionada, sus manos ahora entre mi cabello desordenado, tratando de evitar que desapreciera de repente.

Le segui el beso durante bastantes segundos, pero el recuerdo de donde estabamos me hizo reaccionar y me aprte de ella, con una sonrisa soñadora.

— Lana, hay que tener cuidado, podrían vernos. —advertí lo obvio.— Deberíamos volver a la sala común antes de que nos busquen. —pero a cambio acaricie suavemente su rostro, sin querer hacerla sentir no querida.

— Si, tienes razón. —la mujer mayor me devolvió la sonrisa. Justo cuando nos dirigíamos a la puerta ella de golpe se paró.
— Ah, y y/n, yo también siento esas dos palabras que has dicho antes.

Me sentí mas feliz que nunca, porque sabía que Lana tenía serios problemas de confianza y cada vez se abría más a mi. Me acababa de decir te quiero a su manera y fue la mejor manera.

Bese mi mano y la presione suavemente en sus labios, era mi manera de besarla sin juntar nuestros bocas.

— Eres demasiado, Lana Banana.

AHS one shots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora