𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐅𝐮𝐠𝐚𝐜𝐞𝐬 ᜰ꙰ꦿ [George W.]

★ Capítulo 06

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OLIVIA

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Era la primera vez que George sentía interés en algo que anteriormente consideraba una total perdida de tiempo.

Astronomía.

¿De qué le iba a ser útil en la vida el aprender nombres de planetas, lunas, nebulosas, estrellas o galaxias?

Su futuro trabajo consistirá en ser el mayor inventor en artículos de bromas junto a su gemelo. La astronomía no encajaba en eso, ni siquiera se relacionaba. Sin embargo, ahí estaba él, siendo absorbido por el maravilloso universo, siendo guiado por su constelación en su cielo. Lyra.

Venus sabía tanto del tema que las ganas de querer compartir con ella ese hobbie astronómico lo orillaron prácticamente rogarle a la profesora Sinistra retomar su clase nocturna.

Si, George estaba dispuesto en desvelarse por aprender un poco, con tal de no quedar como un ignorante con la ojigris que tanto le gusta.

Pero Sinistra lo había rechazado abruptamente. Habitualmente la bruja pide un simple «Aceptable» como calificación en su TIMO para continuar con su asignatura al EXTASIS. No obstante, George ni siquiera había obtenido esa nota y la profesora se negó a dejarlo regresar porque él jamás mostró interés en la asignatura.

—... Si el sol es una estrella muy joven ¿Por qué tiene un tono rojizo? —cuestionó después de escucharla explicar cómo nacen las estrellas; de las nebulosas.

Quizá que Sinistra lo rechazara era una señal de que Venus sería una mejor maestra.

Aquel día estaban en el aula de música, observando por los ventanales las estrellas que se asomaban tintineantes entre las nubes. El mes de noviembre estaba comenzando y con ello los gélidos fríos y días nublados también; las delgadas gotas que caían se convertían en finos copos de nieve.

—Oh, es que la gente suele confundirse porque Marte brilla en un tono rojizo y es un planeta caliente —rio por lo bajo, mirándolo de soslayo—, pero en realidad las estrellas que tienen tonos blancos o azules son las que más calor producen.

—No sabía que los planetas se consideraban estrellas.

—No lo son —le aclaró invitándolo a sentarse en las butacas del aula. Uno frente al otro. Le sonrió—. Algunos son planetas y otros incluso galaxias enteras, sólo que por la lejanía asemejan a las mismas estrellas.