PRÓLOGO

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George Weasley detuvo sus pasos frente a esa puerta de roble en el quinto piso de Hogwarts y de manera muy silenciosa la abrió de a poco, encontrando a cierta chica rubia sentada frente al hermoso piano de cola.

Una sonrisa surcó sus finos labios, recordando que en ésa aula de música fue dónde hablaron por primera vez en sus vidas.

El pelirrojo no era un experto en música, pero estaba seguro de que ella sólo estaba tocando las teclas al azar, pues no se escuchaba una melodía en específico.

-No sabía que también podías tocar el piano -habló, cerrando tras de si al haber entrado, sin embargo, ella permaneció en silencio-. Eres toda una chica multi-talentos, Malfoy.

Ella siguió sin responder, pues tenía la cabeza gacha con su gris mirada en sus dedos sobre las teclas.

-Dime, Weasley ¿Alguna vez, te has sentido fuera de lugar?... Cómo, ¿Cómo si de alguna manera simplemente no encajaras?

Venus levantó la mirada, buscando la del pelirrojo para esbozar una triste sonrisa.

George Weasley era de las pocas personas que comprendían perfectamente que no importa que tan arrogante seas, que apellido portes con orgullo, ni mucho menos a cuál de las cuatro casas de Hogwarts pertenezcas, todos somos humanos; simples mortales y que en algún momento de nuestras vidas llegamos a un punto límite, aquél dónde te quiebras y sientes que ya no hay salida. Te asfixias y no sabés que hacer, más que rendirte y llorar, llorar hasta desahogarte.

Y probablemente estaba por presenciar aquél punto de quiebre de la preciosa Venus Lyra Malfoy.

El pelirrojo suspiró, tomando asiento junto a ella frente al piano.

-Bueno, mis hermanos mayores tienen trabajos decentes y obtuvieron grandes logros académicos -sonrió, chocando su hombro suavemente con el de la rubia-. Incluso Ron fue nombrado Prefecto, así que imagina lo decepcionada que está mamá de mi y de Fred.

Pero en vez de hacerla sonreír, sólo logró que la muchacha volcara sus empañados ojos, volviendo al piano.

-No, no tienes idea -soltó agriamente-. No tienes idea, Weasley, cuando absolutamente nada se siente bien, no sabes lo que es sentirte harto de todo a tu alrededor; no tienes idea de lo que es ser yo.

-¿Una niñita mimada? -mofó sarcástico-. Probablemente no porque para empezar soy un varón.

No hubo replica por parte de la joven, tampoco algún insulto, ni siquiera un sonido, sino fue hasta que George, frunciendo el entrecejo se inclinó hacia adelante para poder verla mejor: ella se mordía el labio inferior y se notaba que luchaba contra los espasmos del llanto, no obsatante, las lágrimas acumuladas en sus ojos ya habían comenzado a salir, mojaban sus pómulos y finalmente caían sobre las teclas del piano.

Al contrario de lo que pensaba Venus, George Weasley se quedó ahí con ella.

-Puedes contar conmigo para lo que necesites, Venus -musitó cuando la abrazó.

Era la primera vez que la llamaba por su nombre.

Era la primera vez que la llamaba por su nombre

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𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐅𝐮𝐠𝐚𝐜𝐞𝐬 ᜰ꙰ꦿ [George W.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora