-Capítulo 7-

125 15 1
                                    

Gritaron mi nombre desde la puerta de salida del colegio. Era su voz, esa voz ronca que me volvía loca.

Me giré, hacía tiempo que no notaba que alguien me llamaba con ese entusiasmo... sobretodo porque ese "alguien" no existía. Si, estaba sola. En los recreos, en las horas de clase e incluso, cuando nos dejaban elejir las personas que formarían los grupos de trabajo, yo era la que sobraba y a la que incluían en cualquier grupo en el que faltara gente. Eso era lo más que odiaba, sobretodo porque a parte de aguantarme a mí misma y a mis horribles pensamientos, también tenía que aguantar las malas caras de los componentes.

Zac, no tardó nada en establecerse a mi lado y en ponerme su brazo por el hombro -¿Vas a tu casa?

-Claro Zac

-Bien llegó el momento- dijo en voz baja.

-¿Qué decías?

-Ah nono nada

Los dos nos callamos y hubo un silencio incómodo. Esto era típico de primeras citas.

Yo prefería no recordar la mía. Realmente, acabó siendo un desastre lleno de silencios incómodos.

-Zac, nuestra urbanización está por la calle de la izquierda, esa va a dar al parque- dije aprovechando la oportunidad para romper el hielo.

-Cruzando el parque y girando a la derecha por plaza abajo, hay un atajo.

Yo no conocía muy bien esta parte de la ciudad, así que me dejé llevar y lo tomé como un guía, mientras que lleguemos a casa antes, da igual.

-Quédate aquí un momento Jan.

-Espera, ¿qué?

Salió corriendo como si la vida le fuera en ello.

-¡Zaaaaac!- grité cuando vi que se metía por el camino de árboles que daba a la fuente mayor del parque.

-Por suerte, en nada volvió a toda velocidad con una pequeña mochila negra.

Jadeando, sacó de ella un pañuelo naranja.

-Gírate, te prometo que te va a gustar.

-¿Pero qué es esto? No Zac, no quie..

Ni me dio tiempo a terminar la frase. En milésimas ya estaba con la venda en los ojos y corriendo agarrado de su mano hacia donde me guiaba.

Al fin nos paramos, estába muy cansada, solo quería tumbarme en medio de donde estuviera.

-Bueno Jan, ya estamos. Sé que estás un poco confundida pero, va, quítate la venda.

Deshice el pequeño nudo... no me lo podía creer.

Estaban todos los árboles del pequeño camino llenos de globos y un mantel con una cesta en el suelo.

No me cupo en la boca una sonrisa más grande. Y dije entre pequeñas carcajadas de alegría, Zac, eres increíble, no me esperaba nada de esto, te conocí antes de ayer.

Él suspiró aliviado.

-Me alegro de que te haya gustado todo esto Janet.

Ven, siéntate.

Sacamos la comida de la cesta, todo hecho por él.

-No sabía que cocinabas tan bien, reí.

-No me imaginaba que tu sonrisa era tan bonita. Las prefiero cien veces antes que esas lágrimas del otro día.

-Puse la mano en mi boca, me estaba sonrojando.

Por favor Zac-dije

Por alguna extraña razón no podía parar de sonreír.

Nuestras manos se juntaron cuando los dos coincidimos al coger una servilleta. Estábamos demasiado juntos.

Levantó la mirada, tanto, que pude ver la longitud de sus pestañas.

-Tienes unos ojos preciosos-me salió del alma.

-Él sólo supo sonreír y acercar su nariz hacia la mía.

El corazón me iba a mil por hora. No sabía que hacer hasta que él, pasados unos minutos, decidió dar el paso que faltaba para rozar mis labios.

Y ahí estábamos, dos casi desconocidos explorando nuestros labios antes antes que nuestras aficiones.

Fake SmileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora