Sonó el despertador con ese horrible sonido, sí, ese que te hace querer ahorcarte por las mañanas. Me senté al borde de la litera y me quedé atónita observando una pantufla. Típico en mí.
Abrí las cortinas y ahí estaba, enfrente. Parecía que dejaba la ventana abierta adrede o para que yo hiciera lo mismo que él me hace, observarme cada minuto.
Cuando me quise dar cuenta, habían pasado 10 minutos. Definitivamente, el tiempo pasa demasiado rápido cuando te quedas mirando abdominales ajenos.Me preparé lo más rápido que pude para no llegar tarde. Salí de casa corriendo como si la vida me fuera en ello, pero la guagua me sorprendió y pasó más temprano de lo que debía.
Me bajé en mi parada, no me lo creía, aún tenía que caminar 15 minutos hacia el colegio. Que suplicio.
Espera... ¿Ese no es Zac? Iba rodeado de un cúmulo de gente que iba a cruzar el paso de cebra junto a él. Por fin iba a tener a alguien con quien hablar y pasar el rato de camino a clase.
Grité su nombre desesperadamente para que se oyera de una acera hacia la otra.
Me miró e hizo una mueca con la cara, se le notaba nervioso, como si no me esperara.
Su semáforo se puso en verde y seguidamente, pasó a la acera en la que me encontraba esperándolo yo. Me dispuse a darle dos besos cuando me di cuenta que la chica que tenía al lado no pertenecía al gran cúmulo de gente del paso de cebra.
Me quedé un poco confusa.
Janet, haz el favor de no sacar tus propias conclusiones -pensé en mi interior. Será su prima, su hermana, su ma... No, su madre no.
Agg Janet, ya lo estás haciendo de nuevo.Nos dimos dos besos y saludé a la chica, él ni siquiera nos presentó. Pero tampoco tenía demasiada intriga por saber su nombre.
Oía su respiración entrecortada desde al lado suyo. ¿Todo bien Zac?
-Sí ¿por qué iba a pasar algo Janet?
-Ah nono, cosas mías. Hoy no te he visto salir del portal.
-Tengo prisa Zac, aligera el paso- dijo la chica apurada.
-Hoy bajé más temprano, bueno ya ves. Nos vemos. - Enunció mientras me adelantada con un paso acelerado movido por la chica. Casi no le dio tiempo a terminar la frase.Los tenía delante, y no pude evitar fijarme en un pequeño detalle que rompió todos mis esquemas.
Sus manos.
Estaban unidas.
Espera, tenía que asimilarlo. ¿UNIDAS? No, no podía ser real, estaban cogidos de la manos.
Las mariposas de mi estómago dejaron de revolotear. Sólo quería llorar y de mi mente no paraban de surgir preguntas de las que sólo él, poseía la respuesta.
¿No teníamos algo?
Y si no lo teníamos ¿por qué tocó por primera vez la ventana esa tarde? ¿Por qué me dio esa sorpresa en el parque? ¿Por qué me hizo esos cumplidos esos días? Y la mejor pregunta, ¿Por qué me besó?
Nada tenía sentido.
Aunque llegara a tiempo, ya no quería ir ni a clase, se me habían quitado las ganas de todo. Sólo quería llorar en casa con mi cojín y cerrar esa ventana para siempre. Cambiarme de habitación o lo que fuera.
No quería que me viera más, ni yo a él.Me di la vuelta y bajé la calle. Fui a parar al parque, al maldito parque en el que me había dado aquella sorpresa.
Me puse en un banco, el primero que se encontrara alejado de las personas que cruzaban el puente.
Las lágrimas no pudieron evitar salir y cruzar mi cara como nunca lo habían hecho.
Se me juntó todo en ese momento. Sí, ese momento en el que me había dado cuenta de que, por su culpa, había incumplido la promesa que él mismo me había hecho prometer.
ESTÁS LEYENDO
Fake Smile
Novela JuvenilDolida, esa era la palabra que describía a Janet. Pero.. ¿Qué pasa cuando alguien viene y te cura las heridas? ¿Cuando experimentas cosas que nunca has sentido antes? Cambiar no es malo, sólo te hace sentir diferente.