La hija de Stark

1.4K 19 0
                                    

En la sala. De noche. Solos.

- Te van a matar por estar con la hija de Stark -, dije mientras me besaba apresurado y bajando por mi cuello -. Algún día nos descubrirán, amor.

- No me importa, sólo quiero estar contigo -, se separó y me miró fijamente a los ojos -. Tú eres lo que necesito. Te amo -. Una sonrisa se posicionó en mi rostro y mordiéndome el labio seductoramente, lo tomé y lo acerqué a mí.

- Corres un riesgo muy grande, Capitán – susurré en los suyos, luego, nos consumimos en un largo contacto: apasionado, deseado por ambas partes, que llevaría a algo más, como siempre sucedía.

- Me arriesgo a todo por ti – aclaró cuando nos apartamos para tomar aire -. Ven, sígueme -. Tomó mi mano y me dirigió hasta su habitación; por suerte ésta estaba alejada de donde todos convivían, hacia el fondo del pasillo. Se rio suavemente cuando abrió la puerta; y allí logré ver el porqué de ella, era nerviosa: había preparado, sobre la cama, un corazón de pétalos de rosas, con velas aromáticas en las mesillas de noche.

Quedé sorprendida. Lo miré, buscando sus ojos y las comisuras de mi boca se habían elevado, dejando ver mis dientes -. ¿Te gusta? – preguntó mirando dentro del lugar.

- Me ofende que preguntes –. Reí. Bajó su cabeza, localizando mis _ esferas -. Acércate -. Obedeció y descendió más. Junté nuestros labios en un cálido contacto. Alzó mi cuerpo, poniendo mis piernas en su cadera. Me llevó hacia las mantas y flores, dejándome suavemente sobre ellas. Continuábamos juntos, pero esta vez, con más intensidad.

Retiró su camiseta, dejando al descubierto su tonificado torso que toqué, deslizando mis manos en él. Llegué hasta el comienzo de su pantalón y jugueteé con su elástico –. Esto no es justo, déjame arreglarlo -. Reí por lo bajo; y fue cuando mi hombre desabrochó lentamente mi camisa de trabajo, haciéndome mirar con detenimiento sus pequeños movimientos. Cuando terminó, alzó su cabeza y vio como estaba embobada en sus manos, mientras acariciaba su cabellera rubia -. ¿Estás bien?

Salí de mi trance -. Si. Es que... me tienes perdida, amor -. Él rio, juntando nuevamente nuestras bocas. Empezó a tocar las copas de mi sujetador, bajándolas y dejando al descubierto mis pechos. Cayendo directo a ellos, degustando uno con su lengua. Gemí cuando sucedió el contacto. Arqueé mi espalda, despojándome de la camisa y desprendiendo el brasier negro, para darle mejor acceso.

Cambió al otro, mis gritos se intensificaron cuando bajó una de sus manos hasta mi vientre, buscando mi centro, buscando su placer. Mi falda le impedía tocarme a gusto. Desprendió el cinturón y la deslizó por mis piernas rápidamente, tirándola detrás de él. Todo esto sin dejar de darle atención a mi torso.

Volvió con ambas manos a mi cintura, se separó y arrodilló en el suelo. Movió mis bragas a un costado, dejando al descubierto mi zona húmeda. Dio besos mojados por mis muslos que me hicieron temblar. Juntó sus labios a mi clítoris y gemí mientras lo lamía rápido. Me sostuve de su cabello, jalándolo despacio y cerrando un poco mis extremidades inferiores, debido al placer, dejando su rostro encerrado entre ellas.

Mis jadeos y gritos incrementaron cuando sentí su lengua entrar en mí. Estaba caliente y se movía sabiendo lo que hacía. Estaba cerca, muy cerca. Succionó los labios, luego el núcleo y dio una última lamida que me hizo acabar. Seguía allí, viendo como su mujer contraía su espalda, sonidos se escuchaban y sus dedos se enterraban en las sábanas.

Después del espectáculo, se enderezó y sus brazos se apoyaron a los costados de mi cara, sobre el colchón. Un beso fue dado. Degusté mis flujos de sus labios. Lo tomé por sus hombros y apoyé su espalda en la tela. Ahora la que recorrió su cuerpo seductoramente fui yo.

Acaricié cada lugar de su pecho, deslizando mis dedos entre los músculos; llegando a su pantalón. Tiré de él, dejándolo en sus rodillas, su mirada atenta me penetraba, noté el rubor en sus pómulos. Su ropa interior negra encarcelaba su miembro. Se notaba a kilómetros que ya no podía más. Entonces, lo saqué. Golpeó contra su vientre bajo y yo sonreí.

Lo agarré con ambas manos, recorriéndolo por todas partes, subiendo y bajando. Steve se estiró hasta el cajón de la mesilla, de ahí, sostuvo un preservativo y lo colocó cerca de él, para después. Me arrodillé frente a su cuerpo. Me agaché hasta su longitud y comencé a lamerla desde la base hasta la punta: lenta, deseosa, intensa. Un beso por aquí, otro por allá. Mis mejillas eran fuego puro. Lo introduje en mi boca.

Mi lengua daba vueltas alrededor de él. Arriba y abajo. Juntó mi cabello en su mano derecha y me presionó contra su pelvis, podía sentir cómo se estaba corriendo, el líquido estaba caliente y sabía dulce. Después de tomarlo entero, me senté en sus piernas -. ¿Comiste piña/ananá? Estaba dulce -. Tapó su rostro con sus manos, dejando escapar una pequeña risa.

- Si, ¿te gusta? -. Me miraba por entre sus dedos. Asentí soltando una carcajada pequeña -. Entonces tendré que comerla mas seguido, solo para ti -. Que atento.

Me levanté sobre mis rodillas, colocándolas a cada lado de su cadera. Agarré su pene y le puse el preservativo que había sacado anteriormente. Lo hice entrar lentamente en mí -. Amor...

- ¿Te duele, amor? -. Asentí y una sonrisa le dejó en claro que lo estaba disfrutando. Tiré mi cabeza hacia atrás, acostumbrándome al largo, muy largo -. ¿Te me vas a hacer la diva ahora que estás arriba?

Reí -. Si, siempre. Yo soy tu diva-. Bajé mi cuerpo para besarlo. Que bien se sentía tenerlo dentro. Empecé a dar pequeños saltos sosteniéndome de sus pectorales. Ambos gemíamos, mi clítoris rozaba con su piel cuando llegaba a ella. El placer, el amor, el deseo, los gritos, inundaban la habitación.

Seguí unos minutos más así hasta que me cansé, y comencé a hacer círculos con mi cadera. Una de sus manos se acercó a mí, estimuló mi centro, los sonidos se hicieron más fuertes. Estaba cerca: sus caricias por todo mi ser, su mirada, sus músculos tensionados, como tiraba su cabeza cuando notaba que estaba cerca al igual que yo. Todo era perfecto.

Me levanté antes de acabar. Acaricié su cuello y me dejé caer a su lado. Entendió que debía seguir él. Se puso al frente, su torso desnudo era mi paisaje, mi bello paisaje. Entró brusco. Un jadeo de ambas partes. Sus embestidas eran fuertes y duras -. Córrete para mí, por favor -, salió de su boca. Mis ojos estaban cerrados, dejándome llevar por el placer de sus estocadas.

Se acercó, abrazó mi espalda y yo la suya, su cabeza en el hueco de mi cuello, besándolo, lamiéndolo, mordiéndolo. Un gemido fuerte de mi parte le hizo saber que había terminado. Realizó tres más y sentí como el condón se calentaba, llenándose de su esencia. Salió y mirándome a los ojos, besó mi mejilla para después dejar uno apasionado en mis labios -. Ven, vamos a bañarnos -, dijo susurrando sobre mi boca.

Se enderezó y extendió su mano, la cual tomé. Intenté cargar mi peso, pero mis piernas temblaban – no me puedo mover -, comenté riendo.

- Logré mi propósito -. Nos reímos todo el trayecto hasta la bañera, me había cargado hasta ella.

- Te amo.

- Te amo más -, dejó un pequeño beso en mi frente, indicándome seguridad, sonreí, sonreímos. Que lindo que es estar con mi alma gemela.

~ One Shot Marvel +18 ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora