Fallos técnicos

4 1 0
                                    

Llevamos 3 días de instituto y Juliana no me ha quitado el ojo de encima, es amable cosa que me extraña, bueno todo de ella me extraña en general.

Son las 21, voy a cenar con mis padres, tengo un hermano pequeño, Lucas, solo tiene 9 años.

- ¿Qué hay para cenar? -preguntó Lucas

- Crema de calabacín -respondió mi madre

Con una mueca, Lucas se sentó a cenar con nosotros.
Hablamos sobre el instituto, aún no les había contado lo de Juliana, hablar sobre el accidente ya les ponía nerviosos, no me imagino lo que podría causar contar eso, ese incendio que ocurrió accidentalmente en casa de Carlos un finde que quedamos los amigos (se dice que fue con una cigarrillo que estaba fumando el padre de Carlos, mi antiguo mejor amigo antes de cambiar de instituto y de vida).

La mañana siguiente, todo normal, era el cuarto día de instituto y quería sacar buenas notas para poder entrar en la universidad que quería.
Me senté en mi mesa, Juliana estaba sentada al lado ordenando sus libretas por asignaturas.

-Hola Adam

- Buenos días -respondí.

- ¿Hoy por la tarde estas libre? Me gustaría que me enseñases el pueblo si no te importa.

Noté como la cara cambiaba de color, uno muy pálido, me puse nervioso e intenté disimularlo como pude.

- Claro, ¿te importa si vienen Michelle y Pablo? -dije en seguida.

- Preferiría que vinieses solo, es más, pensaba presentarte a un amigo que ha venido hace poco también, así podrías enseñarle el pueblo conmigo.

- Eem... Por supuesto.

Eso era raro, o al menos me lo parecía, ¿cómo podía actuar como si no hubiese pasado absolutamente nada? Como si no me conociera, era algo queme inquietaba mucho, no me atrevía a hablarle sobre el tema, yo no había sabido nada más de ella, es más, ¡pensaba que estaba muerta!

Me dijo hora y sitio, acepté y avisé a mis padres que quedaba con amigos, no especifiqué en absoluto.

Estábamos en clase de lengua, era la última clase del día y yo cada vez me ponía más nervioso, quedaban tan solo 20 minutos para ir con Juliana y su amigo a tomar algo en el bar de la plaza, El rincón de Charles y enseñarles el pueblo.

Sonó el timbre que indicaba fin de la clase, me despedí de Michelle y Pablo y recogí mis cosas, Juliana estaba ya con su maleta lista para salir, notaba cómo me observaba, tanto que me sentí intimidado.

Empezamos a caminar hacia El rincón de Charles, no hablamos en ningún momento, el silencio para mí era una tortura y una incomodidad infernal. Pensé en romper el hielo y sacar tema de conversación o algo pero no fui capaz.

- ¿Es aquí? -preguntó Juliana.

- Sí - respondí.

Entró ella primero, yo llevaba los libros de filosofía en la mano. Entré y fui donde se dirigía Juliana y al ver quién estaba sentado allí, se me cayeron todos los libros de golpe. No podía ser, ¿¡Carlos!?

El incendioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora