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El atardecer se veía a lo lejos, el sol escondiéndose y las personas saliendo. Por lo general esto no sucedía, pero aquel día era especial; cada persona que allí se encontraba se agrupaba para dar paso al invierno. Aunque en la ciudad las personas no hacían ese tipo de cosas, no le daban tanta importancia a la primera nevada, al menos no en ese nivel. Pero allí todo era diferente, un gran festival reunía a todas las personas que habitaban ese pequeño pueblo.

Linternas de distintos colores decoraban en medio de la calle, los niños corriendo de aquí para allá, las mujeres vistiendo atuendos tradicionales, y aunque le gustaría creer que es un hanbok, en definitiva no lo era, solo que no sabía clasificarlo por lo que diría que es uno. El olor de la comida lo llamaba, distintos puestos donde vendían todo tipo de cosas se situaba a su derecha; le resultaba increíble ver a tantas personas unidas para algo tan simple como el inicio del invierno. Pero esto no era así, estuvo recorriendo el lugar un rato, en el tiempo que estuvo caminando logró conocer una historia de ese lugar, y es que en realidad no celebraban todos los años.

Esta celebración sólo se hacía cada cincuenta años, según contaban los pueblerinos hacía miles de años atrás las nevadas eran tan fuertes que las personas morían de frío o de hambre, ya que estaban ubicados en las montañas estas épocas fueron infernales; era extraño que vivieran las personas mayores y muy pocos de los recién nacidos lograban pasar sus primeros meses. Pero en una nevada llegó un extraño, los fuertes vientos se detuvieron, les ayudó, les encontró refugio, comida, entre otras cosas para pasar el invierno; gracias a esto pudieron aprender a cuidarse en esas épocas. Pensaron que solo era un extranjero que pasaba por allí. Sin embargo, cincuenta años después lo volvieron a ver, no lo creyeron al inicio ya que había pasado mucho tiempo, pero luego de pasar la nevada junto a este hombre lo nombraron Dios, un Dios que llegaba cada cincuenta años a ayudar a su pueblo.

La historia lograba darle curiosidad, una pizca de intriga por saber si aquel Dios se presentaría esa noche, y aunque era escéptico, debería admitir que sintió la necesidad de averiguar más sobre esa historia y sobre el Dios del que hablaban. Todo eso logró despertar algo que no sentía desde hacía meses, por lo que creía no era una mala idea ir a esa zona alejada de la civilización.

Luego de varias horas paseando, probando todo tipo de comida y en especial conociendo distintas personas, estaba realmente cansado, pero aún era muy temprano y quería esperar al momento en que todos dieran sus oraciones a aquel Dios.

Un pequeño ritual ubicado en el centro del festival agrupaba a todos los ancianos quienes hacían las oraciones, los más jóvenes llevaban pétalos de rosas blancas y cantaban alrededor de estos. No lograba entender el canto que estaban recitando, podía suponer que estaba en una lengua tradicional y no se extrañaba que aún lo usaran ya que el pueblo no era muy moderno, de hecho todo allí era muy tradicional. Esto no le disgustaba, al contrario, todo era muy hermoso de ver.

De un momento a otro pudo sentir como el tiempo se detiene y como una corriente pasaba por todo su cuerpo, todos sus sentidos alertas hasta que una cabellera azul pasó por su lado. Luego solo pudo observar como aquella persona vestida de blanco se alejaba, sintió que pasó una eternidad hasta que pudo reaccionar, recorrió el lugar buscándolo, tratando de encontrar una señal de aquella cabellera azul, pero no lo encontró. La desesperación creció en su interior, no entendía porque pero tenía la necesidad de encontrarlo.

Recorrió todo el sitio durante mucho tiempo, las personas lo miraban de manera extraña y no los culpaba, lograba entender que por su estado no podría verse cuerdo, tampoco se creía totalmente cuerdo, pero no llegaba a importarle del todo. Estar siguiendo a alguien que no había visto en los días que llevaba en el pueblo, ni en tiempos anteriores y no era alguien que pasaba desapercibido, su tono de cabello lo hubiera delatado, pero nada. Busco por todas partes pero no lo encontraba, empezaba a cuestionarse si lo que vio realmente pasó.

Después de tantos días sin dormir bien, no le parecía extraño que estuviera alucinando, tal vez fue algunas de las bebidas con alcohol que tomó hace algunas horas y le estaban haciendo efecto. Trato de convencer a su cerebro de que todo lo que vio solo fue una extraña jugada que realizó su mente, por lo que decidió que lo mejor sería regresar a su casa. 






Las Estrellas En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora