Prólogo.

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Estaba nuevamente en aquella cama de hospital. Volví a enfermar de neumonía por mojarme tantas veces después de terminar la escuela. Me da pena con mis padres, ambos están muy preocupados por mí y temen que me vaya para siempre. Eso les dijo el doctor mientras yo dormía, lo cual en realidad no hacía, escuché perfectamente cada palabra que le dijo a mis padres:
"Ella no durará mucho, lo siento. Sólo le quedan pocos días, sus pulmones están en muy mal estado. Tengo entendido que es la segunda vez que esta enfermedad la ataca, por lo que sus pulmones no podrán aguantar mucho esta vez". Debí cuidarme más, lo sé. Pero en mi defensa no tengo paraguas para taparme de la lluvia, y en mi escuela al terminar las clases no dejan que los alumnos se queden a escampar. Tengo miedo que mi vida acabe, sólo tengo 18 años y aún no me gradúo de mi carrera. Aún debo leer todos los libros de Harry Potter; debo enamorarme y dar mi primer beso; debo convertirme en una famosa escritora; tengo que estrecharle la mano a la autora de mi libro favorito; debo casarme y tener hijos. ¡Aún no puedo morir!...

-Deberías descansar un poco, es muy tarde ya.

La enfermera vino para ponerme la medicina, tratando de aparentar que yo me recuperaría, pero tanto ella como yo sabíamos que no era así.

-Estoy escribiendo en mi diario.

-Puedes hacerlo mañana, es hora de dormir.

Me sonrió y acomodó las almohadas de la cama y me arropó más con las colchas, aún tenía frío estando abrigada. La joven pelirroja me puso un calmante en vena para que pudiera dormir toda la noche, ya que la toz tan abundante que tenía no me dejaba dormir en las noches. Me besó la frente como lo hace una hermana mayor, poco a poco los ojos se me fueron cerrando y caí en los brazos de Morfeo...

Reencarné en una sirena. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora