ɪ: "ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪóɴ".

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"Dominique-nique-nique era, simplemente. un pobre caminante que iba cantando. En todos los caminos, en todas partes, solo hablaba del buen Dios. Solo hablaba del buen Dios. Cierto día, un hereje le arrojó unas zarzas pero nuestro padre Dominique lo convirtió en alegría. Dominique-nique-ni..."

La francesa y religiosa melodía resonaba en el comedor de aquella enorme y protegida casa. Estaba tan fuerte y se había repetido tantas veces que incluso era bastante pegadiza. Kelly y Charlie Brown lavaban los platos entre pequeños tarareos algo desafinados, Robert Brown bendecía el hogar entre murmullos bajos, y a cualquiera le sorprendería saber que todos los días era lo mismo. Misma rutina, misma protección de Dios, pero diferente bando.

Pues Millie Bobby Brown, la menor de la casa, se encontraba encerrada en su habitación del sótano, y mientras todos creían que estaba estudiando o, tal vez orando y repasando la biblia, en realidad se encontraba en el baño de su habitación, con la tina llena de agua caliente, cuatro velas rojas encendidas a su alrededor y a oscuras. Completamente.

Ella se encontraba semi desnuda, con su pequeño y corto cuerpo dentro del agua, con su suave y pálida piel ardiendo como el infierno. Su respiración estaba agitada, pero intentaba calmarse mientras llevaba su trasero a la punta de la bañera para poder acostarse y meter su cuerpo debajo del agua.

Lo hizo, pero aún no estaba preparada para hundirse completamente. Dejó de inhalar, soltando el aire lentamente mientras pensaba mentalmente unas palabras.

Eres el rey de las tinieblas, y te entrego mi cuerpo.

Para que elijas mi destino hoy.

Eres el rey de las tinieblas, y te entrego mi vida.

Para que elijas mi destino hoy.

Eres mi rey de las tinieblas, y te entrego mi alma.

Para que elijas mi destino hoy.

Cuando finalizó de decir aquello seis veces, sin siquiera tomar aire nuevamente cerró sus ojos y hundió su cabeza lentamente, soltando unas cuantas burbujas por sus labios mientras sus oídos se tapaban y el ruido del agua se hacía presente.

Intentando resistir ante la falta de aire, hizo lo posible para mantenerse en el fondo de la tina, abrió sus ojos entre dolorosos parpadeos, intentando acostumbrarse al leve ardor mientras observaba como las luces de las velas siguen de la misma forma. Su pecho arde, le urge respirar y cuando está a punto de volver a salir nota como las luces se esfuman, dejando todo completamente a oscuras. 

Está funcionando.

Sintió su corazón dar un vuelco y burbujas escaparon de su nariz ante el pánico. ¿Realmente está sucediendo? Un cosquilleo se hace presente en su pecho y, luego de contar hasta seis, comienza a dejar el agarre para mantenerse debajo del agua, su cuerpo subiendo un poco más, sin dejarlo pegado al fondo. Tiene que funcionar, tiene que funcionar...

De repente siente como si un cuerpo más caliente que el agua se instalara sobre el suyo, manteniendo su espalda pegada al fondo. No puede ni siquiera arquear ésta, algo o alguien lo está abrazando con fuerza. Millie solloza en seco e intenta quedarse tranquila, saber que nada puede salir mal ya que está realmente pasando lo que había leído en aquel libro bastante oculto en el lado oscuro de la biblioteca de su pueblo. Se abrazó a éste cuerpo que no lograba ver debido a la oscuridad y se limitó a esperar. 

Solo faltaba perder el conocimiento...y estaba bastante cerca.

Aún con sus ojos viendo entre la nubosidad y oscuridad bajo el agua, su mente comienza a nublarse de a poco, sin entender cuales son sus pensamientos y con la desesperación de querer subir a la superficie, pero ese cálido y pesado cuerpo sobre ella no se lo permitía para nada.

Dancing With the Devil | SillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora