cuatro

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Temblaban.

Sus piernas temblaban como si estuvieran hechas de gelatina.

Temblaban sin cesar mientras miraba, aterrada, la puerta de madera que pertenecía al apartamento de Fleur.

Era martes por la tarde, sus clases habían terminado y ella regresaba de casa después de haberse dado un rápido baño. Ahora, tenía la mochila colgando peligrosamente de su hombro y un puño —que temblaba tanto como sus extremidades inferiores— a escasos centímetros del timbre de entrada.

Quería echarse para atrás, darse la vuelta y huir.

Pero no podía hacerlo, había prometido que asistiría y, además, Tonks estaba allí. Hermione sabía que Tonks estaba muy ocupada con el trabajo y Teddy, el hecho de que se hubiera tomado un momento en su descanso para apoyarlas... No, simplemente no podía escapar.

¿Por qué tenía tanto miedo? ¿Por qué le aterraba tanto volver a hablar con Fleur? ¿Por qué su corazón se agitaba, su cuerpo se estremecía y su mente se nublaba cada vez que pensaba en Fleur Delacour?

Quería creer que era la vergüenza por el espectáculo que había montado al besar a Ron el día de la fiesta. De verdad, quería creerlo, pero ella sabía —en lo más profundo de sí— que sus nervios no tenían nada que ver con eso.

Porque habían empezado hacía mucho tiempo atrás.

Y luego —para empeorarlo todo, para confundirla más— estaba el hecho de que Fleur era lesbiana. A Hermione jamás se le habría ocurrido, jamás, lo habría pensado, así que la noticia —de la que, al parecer, todo el mundo ya estaba al tanto— le cayó como un baldazo de agua fría.

Pero, ¿podrían culparla por su ignorancia? ¿Podrían acusarla de ciega, de no notar lo obvio? No, por supuesto que no. Fleur no se veía como una lesbiana.

Respiró hondo y presionó el timbre por varios segundos. Luego, al escuchar el ruido de pasos sobre el piso de loza, se echó para atrás y esperó.

Fue Tonks quien abrió la puerta.

—Hermione —dijo ella, sonriendo ampliamente mientras se apartaba el cabello de la cara. Se hizo a un lado al instante y Hermione le dio un rápido beso en la mejilla antes de entrar a una sala que le era demasiado familiar—. Fleur está arreglando todo —informó Tonks. Hermione se sintió estremecer—. ¿Qué tal tu día? ¿Ya terminaron tus clases? ¿Cómo estuvo la universidad?

Iba a responder, pero, antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, una pequeña criatura asaltó su pierna. Tonks soltó una risa y Hermione bajó la vista, asustada.

Teddy Lupin había capturado su pierna en un fuerte abrazo.

—Oye —susurró Hermione mientras se agachaba para tomar al niño en brazos. Teddy no protestó, pero colocó una de sus pequeñas manitas encima de su cabeza para asegurarse de que la peluca azul se quedara en su lugar—. ¿Qué tal? ¿Cómo has estado?

Lo hizo saltar entre sus brazos y Teddy comenzó a reírse, loco de felicidad.

Y, luego, cerró sus pequeñas manitas en su cabello.

—Oye, oye —dijo Hermione mientras intentaba soltarse, pero solo conseguía que Teddy la jalará con más fuerza—. Ay, Teddy... ¡Ay!

Sus quejidos hicieron que Tonks la ayudara a liberarse de su pequeño demonio, pero también llamaron la atención de la hermosa mujer que estaba parada en el pasillo.

Fleur Delacour.

Pero ella no la miraba.

—Perdónalo, Hermione. No va a volver a hacerlo, ¿verdad? —preguntó Tonks a su hijo. Teddy soltó una risa mientras le pasaba los brazos por el cuello a su madre.

Epifanía [FLEURMIONE AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora