°Symphony° |Levi Ackerman|

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Los créditos pasaban en la pantalla oscura al finalizar la película, luego de un "basado en hechos reales" que hizo temblar a mi acompañante, quien se levantó a encender la luz para ir a la cocina y traer de vuelta lo que quedaba del sushi que habíamos pedido hace algunas horas.

Extendí mis brazos hacia arriba, estirando mis músculos entumecidos por pasar tanto tiempo en la misma posición. Tomé el mando de la televisión y la apagué, viendo mi reflejo y el del chico a mi lado, quien tomaba de manera torpe los palitos. Al parecer no había sido una buena idea ver una película de terror con él.

Me giré para quitarle el plato de su mano y dejarlo en la mesa de centro, suspirando puse ambas manos sobre sus hombros y jalé de ellos para que quedara justo en frente de mí.

—La próxima vez que te pregunte qué quieres ver no me diga "lo que tú quieras", por ti volvería a ver las películas viejas de Disney, aunque debería arreglar mi reproductor de VHS... —dije, esperando calmarlo.

Él jugó con los palitos, golpeando el cojín que estaba sobre sus piernas. Cerré los ojos esperando que aún me quedara el tiempo suficiente y no recibir un regaño seguro por como había terminado lo que sería una tranquila tarde de películas.

—N-no me dio miedo, lo prometo...—desvió la mirada ante mis ojos que le observaban entrecerrados, hizo un adorable puchero. —Ya estoy grande, ______.

—Armin...—hablé, mi tono decía un claro "no te creo".

Bastaron cinco segundos para que el chico de ojos como el cielo lanzara los palitos chinos y el cojín lejos, tomó los cordones que colgaban de mi capucha en sus puños y se acercó dejando ver una notable cara de espanto.

—¿ES QUE VISTE COMO ESA COSA SALÍA DE AHÍ? ¡Hace rato que tengo ganas de ir al baño y no quiero! —lloriqueó pegando su frente en mi hombro derecho.

Llevé una mano a su cabeza y otra a su espalda, di pequeños golpes con una mientras que enredaba mis dedos en su suave cabello rubio con la otra.

—Vamos, es sólo una película, nunca pasaría algo así en la vida real...

En cuanto terminé de decir la frase un fuerte sonido hizo eco en la sala, el teléfono de la entrada no paraba de sonar.

—¡Ahhhhhhhhhhhhh! —ambos gritamos, él recordando la inconfundible escena de la película y yo al espantarme por el repentino grito en mi oído.

—Ve tú, yo quiero vivir más que siete días. —con la voz temblando me soltó y se levantó del sofá para esconderse detrás de este.

Froté mi mano sobre mi frente, dudando en levantarme, Armin había logrado ponerme de los nervios. Ya sabía que el chico era bastante miedoso y nunca sería buena idea ver algún film de esta índole con él, pero al principio había estado tan convencido de acurrucarse a mi lado, tapados con una manta acolchada y darle play a la película mientras afuera llovía como nunca.

El teléfono seguía sonando y caminé a paso rápido antes de que se cortara la llamada. De reojo vi como Armin se asomaba por el lado del sofá.

—¿Hola?

—¿Me puedes decir porqué contestaste tú? Dime dónde está.

—¿Uh? Hace nada entró al baño, acabamos de ver una película. —mordí la uña de mi dedo meñique, esperando que se creyera mi palabrería— ¿Ustedes ya vienen?

Del otro lado de la línea se escuchó un suspiro.

—Estamos a unos veinte minutos, pasaremos a comprar algo para la cena.