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Después de darme una ducha luego de almorzar y así poder comenzar a alistarme para ir a clases, estuve casi quince minutos con las puertas de mi armario abierta de par en par, sentada en la cama con la mirada fija en un sitio de ahí dentro, tanto tiempo que al final vi todo borroso, pensando en qué me pondría.

Aún con la toalla envolviendo mi cuerpo y el cabello a medio secar parecía que no tuviera intenciones de agarrar alguna prenda, aunque en poco más de una hora debería estar entrando por la puerta del salón de clases.

Hoy hacía tanto frío como ayer, pero ¿debería ponerme la falda entubada que me regaló la novia de Zeke en mi cumpleaños pasado y que nunca usé? Estaba colgada entre mis pantalones por alguna razón, además podría ponerme alguna pantimedia para soportar el frío y mi abrigo que me llegaba hasta la rodilla...

También podría usar más que solo máscara de pestañas para mi maquillaje de hoy, aunque mis labios estaban un poco agrietados justamente por el frío viento. Tal vez el labial no era una buena idea.

¿Le hago algo a mi cabello?

Es muy tarde para rizarlo y con la humedad puede que se esponje.

—¿Cuánto tiempo llevas así? Te vas a resfriar.

La intromisión de Mikasa en mi cuarto me sacó de la ensoñación en la que estaba inversa, notando que mis brazos estaban helados a pesar de haber tomado un baño caliente.

—Estaba pensando.

—¿Pensando? Parecía que se te había fundido un fusible. —me miró con burla, para luego imitar la cara que, a su parecer, había visto cuando entró en mi habitación. —Si no te apuras vas a llegar tarde.

Salió del cuarto dejando la puerta entreabierta, dejándome oír como se paseaba por la cocina buscando cosas entre los estantes. Seguramente pasará toda la tarde encerrada en su cuarto avanzando algún trabajo o estudiando para un examen.

Haciendo caso a las palabras de la pelinegra, abandoné mi ensoñación para comenzar a sacar prendas del armario y acomodarla sobre la cama mientras terminaba de aplicarme los productos de aseo faltantes. Los nervios que había sentido hace un rato se habían ido casi por completo ante la idea de que, si llegaba tarde a mi clase, tendría que aguantar las miradas de mis compañeros viéndome entrar por la puerta. Me gustaba evitar a toda costa estar bajo la atención de los demás, me ponía ansiosa.

Cuando al fin estuve lista revisé mi mochila para confirmar que llevaba los cuadernos correspondientes y si no había olvidado poner algún material dentro de mi bolsa, que iba más pesada que de costumbre.

Tras gritarle a Mikasa que ya me iría, cerré la puerta con delicadeza y luego de dar un vistazo a la puerta de nuestros vecinos me apresuré en bajar las escaleras. Tenía la suerte de que el edificio quedaba a una distancia moderada de la universidad, por lo que podía ir caminando sin problemas.

Al final no había cambiado mucho mi vestuario.

Pero el colgador que albergaba la falda entubada yacía vacío dentro de mi armario.

°°°

Hacía veinte minutos que la clase había comenzado y todos estábamos ordenando nuestras pinturas a un lado de los caballetes, un lienzo en blanco estaba frente a cada uno esperando a ser llenado de color.

El salón en el que estábamos era lo suficientemente grande como para dividir a los estudiantes en tres grupos y ubicarnos en círculos, en donde justo en el centro se encontraban reposando sobre una mesa lo que debíamos recrear. Había diferentes cosas y daba gracias al cielo porque tuve la fortuna de no estar en el grupo que le tocaba pintar frutas, no quería hacerlo por tercera vez desde que ingresé a la universidad.

°Symphony° |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora